miércoles, 19 de octubre de 2005

TIRARSE COMO GATO A BOFE

Dicen en mi pueblo –Los Navalucillos, por cierto- que “procesiones, sermones y sopas... pocas”. Este proverbio manifiesta la desconfianza en el poder nutritivo de las sopas y, por extensión, se aplica también a quien nos come el tarro con discursos vanos, machacones y vacíos. También dicen allí: “pintó melón y fue calabazón”, y con esta expresiva metáfora hortelana se afirma el asombro que produce la conducta de ciertas personas a quienes se las creía muy buenas, que prometían, y luego dejan mucho que desear. En la connotación de estas frases podemos encontrar un cierto matiz político, ya que los que tal disciplina profesan suelen abundar en promesas para luego olvidarse.
Aprovecho la ocasión a propósito del famoso estatuto catalán que tantos “sermones” provoca, de los que tan hartos empezamos a estar, porque no vemos una clarita entre tanto nublado. Claritas no, pero calabazones sí que están empezando a aparecer llenos de intereses insolidarios. Incluso hay cabezas cucurbitáceas que elaboran declaraciones de principios para que en los medios de comunicación sólo se emplee el término “nación” para cuando haya que referirse a Cataluña y, en cambio, a España nunca se la denomine “nación”. Claro que luego estos mismos, en asunto de perras, están que se tiran “como gato a bofe”, pues conocida es la afición de los felinos por la carne y como quiera que siempre están alerta de las posibles presas, no les importa sacar la mayor tajada del plato del estado.
Si esto del estatuto sigue adelante, lo más importante no será lo de nación sí o no, sino el asunto de los beneficios y el bienestar, algo que nos hará más desiguales. Y si dejamos que esto prospere, estos nacionalistas estatutarios “van a comerse hasta la custodia”, conocida su voracidad financiera, pues lo que pretenden, como dice mi amigo Dustiano, es ir a “comer a lo mío y hacer el nido a lo de Román”, que, según me explica este sabio de los dichos con una anécdota de cierto labrancero que se quejaba de la costumbre de algunos pájaros que inexorablemente iban a comer en su sembrado para después anidar en la finca de su vecino Román, dejando para éste la utilidad.
Yo, en el famoso estatuto y sus circunstancias, veo esto y así lo explico con el lenguaje de mi gente.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

¡¡Viva el santo lenguaje del pueblo y la sabiduría metafñorica que encierra!!

Anónimo dijo...

Lo lamentable no es si se denominará "nación" u otra de las muchas identidades que nos puede llegar a proponer Zapatero, lo lamentable realmente es ver como algunas de las personas de esta NACIÓN pierden los estribos llegando incluso a las manos. ¿Podríamos recordar a esas personas, que son los representantes del pueblo en el Ayuntamiento, lo que significa la palabra democracia?.

Anónimo dijo...

Al hilo del ‘estatuto’, y desde la perspectiva de alguien que es de un pueblo de marchantes, me permito pensar que ante una negociación de cualquier tipo es normal pedir más de lo que uno cree que va a conseguir; y puestos a pedir, pues a “pedir más que un clamoreador” (lo siento, pero las fechas me lo han puesto a huevo).
Lo que sí me rechinan son los abundantes “sermones” de los salvapatrias, salvanaciones, salvanacionalidades o salvadores en general. Creo que a la mayoría de “los de a pie” nos gustaría que se actuase con un poco más de talento, talante o (¡qué coño!) de talandango (si no viene en el diccionario, preguntar a Antº Illán). (El Rinconcillo, Nov-05).