miércoles, 25 de enero de 2017

Famélica, más un retrato que una crítica

Título: Famélica. Autor: Juan Mayorga. Compañía: La Cantera. Dirección: Jorge Sánchez. Intérpretes: Juanma Díez, Xoel Fernández, Mabel del Pozo y Aníbal Soto. Voz en off: José Coronado. Diseño sonoro e iluminación: Maykel Rodríguez. Escenografía: Carmen Lara Cuenca. Lugar para verla: Teatro del Barrio (Madrid).
Juan Mayorga, con Famélica, lanza el grito trascendental de “el rey está desnudo” para desmitificar los mitos y los ritos, el lenguaje y sus retóricas, las posturas y las imposturas, los desencuentros y las fragmentaciones, los individualismos y los acuerdos interesados de una clase dirigente (contextualizada en el universo de una empresa, pero que puede trasladarse a las organizaciones de izquierda más bien) que nunca va morir por el pueblo.
            Famélica, obra que nació como una “creación a ciegas”, a partir de la colaboración entre Mayorga y la compañía La Cantera, a cuyo frente se encuentra Jorge Sánchez, fue creciendo poco a poco con las aportaciones, las imaginaciones, las ocurrencias, las filosofías, las anécdotas, los análisis de la realidad, las referencias literarias e históricas y muchos otros hilos de unos y de otros, hasta convertirse en el valiente texto que firma el autor.
            Es el espectador quien debe ir tejiendo el mundo evocador que se representa y quien tiene que dar sentido crítico a lo que se cuenta en escena, al tiempo que hila en un solo ovillo las hebras que surgen de diferentes madejas argumentales. Habrá quien piense que Famélica supone un demoledor ataque a los partidos y grupos de izquierda, que, de tanto mirarse al ombligo, jamás logran desarrollar una idea práctica que beneficie a la gente. Quizá esa lectura sea una caricatura y la realidad se vea desde la farsa. Sin embargo, ese primer plano social no debe oscurecer otros, en los que el individuo, ególatra y egoísta, es incapaz de contemplar un horizonte con ideales y un punto ético. El rey (el grupo) está desnudo y habita en un nihilismo que no da pie a la esperanza. La famélica legión seguirá siendo famélica y no más que una imagen que ondea en un himno.
            Esta obra, con sus inicios de creación colectiva pero devenida un texto con profundidad filosófica y desparpajo lingüístico, me recuerda en cierto modo a las de los Monty Python, que sintetizaron en clave de humor la idiosincrasia de muchas banalidades.
            Bien cortados están los personajes que se multiplican y a los que dan vida Juanma Díez, Xoel Fernández, Mabel del Pozo y Aníbal Soto, en un extraordinario trabajo interpretativo, pleno de registros cambiantes, haciendo cómico lo que en el fondo es más serio de lo que parece. El director, Jorge Sánchez, es el demiurgo que está entre el autor y la escena; no se le ve pero se le siente; él ha sido capaz de hilar fino para que el inestable equilibrio entre la realidad del concepto y la apariencia no caiga por ningún terraplén, pues el equilibrio se sustenta en que esta no es una obra de humor, aunque haya humor, ni ácida, aunque haya acidez, ni mordaz o caricaturesca, aunque se intuya la crítica. Muy bueno su manejo teatral para que el ritmo no decaiga, donde el movimiento de los actores es de suma importancia en un espacio pequeño y con una escenografía funcional pero suficiente para crear los diversos contextos.
Con Juan Mayorga en el Teatro del Barrio

         Famélica, representada en el Teatro del Barrio, en Madrid, es una apuesta la mar de interesante, que debiera tener un largo recorrido por los escenarios a partir de su base de lanzamiento en el recoleto teatro de Lavapiés.

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