
En el año 325, Alejandro III, rey de Macedonia, condujo a sus tropas a través del desierto de Gedrosia. En aquella campaña, la sed y el hambre acabaron con miles de soldados y de otras personas.Tras largos días de marcha, dos soldados encontraron agua en un barranco y la trajeron ante Alejandro en un casco.
El rey preguntó: ¿Hay suficiente para todos?
El rey preguntó: ¿Hay suficiente para todos?
No mi rey, contestaron los soldados.
Alejandro vació el casco sobre la arena ardiente, ante la vista de una tropa indignada y maravillada a la vez. Demasiado para uno solo, demasiado poco para todos, dijo tras derramar el agua.
Alejandro vació el casco sobre la arena ardiente, ante la vista de una tropa indignada y maravillada a la vez. Demasiado para uno solo, demasiado poco para todos, dijo tras derramar el agua.
Con este acto simple, pero muy ejemplificador, Alejandro demostró magnanimidad, una virtud esencial para el liderazgo efectivo. Un líder magnánimo es aquel que muestra disposición a dar más de lo que se esperaría de él. Alejandro estableció que no podía beber uno -aunque se tratara del mismísimo soberano- si no podían beber todos. Su gesto fue una declaración de principios, un desafío a sus seguidores y una provocación a las adversas circunstancias.
Al mostrarse igual a todos, Alejandro se mostró superior, manifestando su condición de líder y legitimando el lugar que ocupaba.Al demostrar entereza ante la adversidad y ánimo para refrenar sus impulsos, elevó el ánimo y las fuerzas de sus subordinados. Al no exigir a los demás nada que él mismo no estuviera dispuesto a sobrellevar, pero a la vez demostrar que podía continuar resistiendo, logró que todos se identificaran y se sintieran orgullosos porque sabían que jamás serían defraudados.
Gestos sencillos como el de Alejandro, pero genuinos porque provienen del ejemplo personal, crean una inmensa motivación en las personas.
Sin duda el acto de Alejandro fue provocativo y desafiante, pero muchas veces, en momentos difíciles, se necesita una respuesta límite para despertar conciencia, confianza y respeto.
Al mostrarse igual a todos, Alejandro se mostró superior, manifestando su condición de líder y legitimando el lugar que ocupaba.Al demostrar entereza ante la adversidad y ánimo para refrenar sus impulsos, elevó el ánimo y las fuerzas de sus subordinados. Al no exigir a los demás nada que él mismo no estuviera dispuesto a sobrellevar, pero a la vez demostrar que podía continuar resistiendo, logró que todos se identificaran y se sintieran orgullosos porque sabían que jamás serían defraudados.
Gestos sencillos como el de Alejandro, pero genuinos porque provienen del ejemplo personal, crean una inmensa motivación en las personas.
Sin duda el acto de Alejandro fue provocativo y desafiante, pero muchas veces, en momentos difíciles, se necesita una respuesta límite para despertar conciencia, confianza y respeto.
Moraleja, en Alejandro y el derrame del agua hay un ejemplo para líderes emergentes que quieran afianzarse.