
Los valores del colectivo –como son el amor, la solidaridad, la compasión, la fraternidad, la igualdad, la entrega, el servicio, el respeto, incluso la justicia ¡y mira que tener que considerar la justicia un valor ya tiene bemoles!- son olvidados por los amos del cotarro, por los poderosos, por los individualista, por el poder en todas sus instancias. Conclusión de estas reflexiones de uno que se siente solo pueblo -y a veces lumpen-: Que, a pesar del debate que pueda haber acerca de nuestras realidades colectivas; en la práctica, lo colectivo es un residuo mal generado de las transacciones individuales; y que lo colectivo no cotiza porque no tiene mercado. ¡Ah! y lo que no cotiza nada son los valores, que están quedando en el discurso como un residuo retórico. Así lo pienso y así lo digo y salga el sol por Antequera.