Tus ojos me entusiasman.
¿Por qué?
No porque sean grandes como lunas llenas.
No porque asemejen la fronda de un bosque iluminado.
No porque escuchen con la atención de un niño ante un cuento de su madre.
No porque ahuyentan la sombra.
No porque en su brillo anuncian el más puro milagro de la luz: tú contra el alba.
Tus ojos me encantan, me transportan, me arrebatan.
Tus ojos me entusiasman...
porque me acarician.
Gracias.
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