lunes, 12 de diciembre de 2011
¿Qué hacer?
Te duele un oído. Te sueltan como latigazos que van desde la mandíbula inferior hasta el temporal. No oyes. El famoso tapón de cuando hay catarro, pero no hay catarro. La cabeza en una campana de cristal. Y la imaginación hipocondríaca haciendo de las suyas. ¿Qué hacer? Luego media cara se pone como corcho. El ojo no cierra, el labio no tira, el aire se te escapa. ¿Qué hacer? Paseo por las urgencias, las resonacias, los tac, los análisis de sangre...Los virus. Hay quien te dice que no hay nada, pero no oyes. Los virus como hace dos mil años. Qúe lejos estamos de todas la causas. La situación se vuelve impropia cuando el pensamiento positivo se evade y surge la nube oscura, el miedo. ¿Qué hacer? ¿rezar? ¡Oh! imposible dejar de pensar. El pensamiento, que es lo que nos hace personas, casi dioses -alguien dijo que Dios es el pensamiento que se piensa a sí mismo-, te "empesimisma". En el fondo es algo de la química que se inhibe. Estoy convencido de que el pensamiento también es bioquímica. El oído ahora no duele, pero el tapón de aire sigue en el fragor de la tormenta. Y los ruidos, los acúfenos, que tampoco se sabe su porqué, se acentúan y la taladradora no se interrumpe nunca. ¿Qué hacer?.... Acaso intentar dejar de pensar y, si es posible, leer.
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