Frágil
equilibrio, la película documental que ha logado levantar Guillermo García López contra viento y
marea, ha ganado el Goya en su categoría. Si todos los premios tienen su parte
de objetivo merecimiento, este suma el aporte del entusiasmo, el atrevimiento y
el trabajo con escasez de medios del director y su equipo. (El documental se ha
financiado en buena medida a través de una campaña de crowdfunding). Y aún me
atrevería a decir que otro aporte importante es que, con este producto
cinematográfico-documental, se hace visible la ética en la vida y en la
industria. Por supuesto que el de Guillermo García López no tiene el glamur de
los grandes montajes bien promocionados, pero eso ¡qué importa! Hemos sido nosotros,
los que hemos tenido la suerte de ver su obra, quienes hemos ido contando su
excelencia; y entre todos hemos logrado que su exhibición no durase solo unos
días, sino que lleve meses en pantalla. Pero el Goya no se da por la emoción y
el entusiasmo que el director pone, sino por el buen trabajo que ha realizado.
Frágil
equilibrio nos muestra el universo de la gente en tres perspectivas
y tres áreas geográficas diferentes, con el eje vertebrador de la conversación con
el dirigente político más genuino y con más conciencia de ser pueblo y de
gobernar para el pueblo, sin perder de vista el conjunto del planeta, el
expresidente de Uruguay, José Mujica. La entrevista, que surge a retazos entre
las tres historias que se cuentan, revela el discurso de una persona con una
cosmovisión asentada en la ética y la equidad y un antropocentrismo humanista
que no descuida para nada la importancia de la madre naturaleza, la “mama
tierra”.
Ahí está una de las realidades, la de los subsaharianos
en el monte Gurugú, símbolo de todos los inmigrantes a los que se les pone
fronteras, que intentan saltar la valla de Melilla; todos buscan un mundo con
mejores posibilidades, es decir lo que todos los seres humanos hemos hecho
siempre: luchar por una vida mejor para nuestras familias, nuestros hijos y
nosotros mismos.
Luego vienen los desahuciados. Se nos presenta una
historia en Madrid. En el primer mundo
también hay un Sur, en el que habitan quienes han sido destrozados por la
crisis. Ahí está el fraude hipotecario, la especulación del mercado
inmobiliario, quien ha perdido un empleo o la casa, o la familia o la vida
entera. Ahí está la contradicción entre la riqueza y la pobreza y el mundo que
manipula sin alma y sin contemplar la vida de las personas.
El tercer documento, rodado en Tokio, también tiene su
crudeza. En él se nos descubre el vacío existencial de quien obtiene cosas y no
sabe para qué. ¿Qué pasa cuando la cultura de una sociedad valora más el
trabajo que la vida? ¿Qué pasa cuando la sociedad nos dice que nuestra posición
está basada en nuestro salario y lo que con el dinero podemos poseer? Ahí
encontramos a los "salaryman" de Japón, personas aún jóvenes que
trabajan horas y horas, días y días, semanas y semanas, meses y meses, años y
años y que terminan por descubre la dura verdad de que nunca es suficiente y
que lo que se tiene no se goza porque ni tiempo hay para hacerlo. No es nada
bueno un mundo que valora más la riqueza que la vida y que te hace perder la
identidad como persona.
Los tres documentos, por muy realistas que sean, no se
quedan en su singular historia, sino que Guillermo García López ha querido
tejer un relato coherente y que estos testimonios tan personales sean como un
espejo en el que se nos muestra la imagen del ser humano, al margen de su
etnia, cultura o situación social.
Que nadie busque demagogias o lecturas interesadas en la
articulación del mensaje de Frágil
equilibrio; no las hay, por más que haya momentos de crudeza; la vida es
así. El autor del documental demuestra pensamiento libre y expresión sin
ataduras.
Excelente, en suma, la película Frágil equilibrio. Quien aún no haya ido al cine a ver la cinta que
vaya a verla. También puede verse en las plataformas on line.
No sé si sacarle moraleja al largometraje documental.
Cada espectador que saque la suya. Si vale para alguien, ahí quedan estas
palabras de Mujica como ilustración de lo que debiera ser nuestro mundo y el
fondo positivo de las gentes que lo habitan: "El verdadero motor viene a
ser la defensa de la vida. Porque la vida es un milagro, porque la vida no se
compra, porque la vida se nos escapa, porque es el bien mayor. Y lo demuestra
lo evidente."