Título: Famélica. Autor: Juan
Mayorga. Compañía: La Cantera. Dirección: Jorge
Sánchez. Intérpretes: Juanma Díez, Xoel Fernández, Mabel del
Pozo y Aníbal Soto. Voz en off: José
Coronado. Diseño sonoro e iluminación: Maykel
Rodríguez. Escenografía: Carmen Lara Cuenca.
Lugar para verla: Teatro del Barrio (Madrid).
Juan
Mayorga, con Famélica, lanza el grito
trascendental de “el rey está desnudo” para desmitificar los mitos y los ritos,
el lenguaje y sus retóricas, las posturas y las imposturas, los desencuentros y
las fragmentaciones, los individualismos y los acuerdos interesados de una
clase dirigente (contextualizada en el universo de una empresa, pero que puede
trasladarse a las organizaciones de izquierda más bien) que nunca va morir por
el pueblo.
Famélica,
obra que nació como una “creación a ciegas”, a partir de la colaboración entre
Mayorga y la compañía La Cantera, a cuyo frente se encuentra Jorge Sánchez, fue
creciendo poco a poco con las aportaciones, las imaginaciones, las ocurrencias,
las filosofías, las anécdotas, los análisis de la realidad, las referencias
literarias e históricas y muchos otros hilos de unos y de otros, hasta
convertirse en el valiente texto que firma el autor.
Es el espectador quien debe ir
tejiendo el mundo evocador que se representa y quien tiene que dar sentido
crítico a lo que se cuenta en escena, al tiempo que hila en un solo ovillo las
hebras que surgen de diferentes madejas argumentales. Habrá quien piense que Famélica supone un demoledor ataque a
los partidos y grupos de izquierda, que, de tanto mirarse al ombligo, jamás
logran desarrollar una idea práctica que beneficie a la gente. Quizá esa
lectura sea una caricatura y la realidad se vea desde la farsa. Sin embargo,
ese primer plano social no debe oscurecer otros, en los que el individuo,
ególatra y egoísta, es incapaz de contemplar un horizonte con ideales y un
punto ético. El rey (el grupo) está desnudo y habita en un nihilismo que no da
pie a la esperanza. La famélica legión seguirá siendo famélica y no más que una
imagen que ondea en un himno.
Esta obra, con sus inicios de
creación colectiva pero devenida un texto con profundidad filosófica y
desparpajo lingüístico, me recuerda en cierto modo a las de los Monty Python,
que sintetizaron en clave de humor la idiosincrasia de muchas banalidades.
Bien cortados están los personajes
que se multiplican y a los que dan vida Juanma Díez, Xoel Fernández, Mabel del
Pozo y Aníbal Soto, en un extraordinario trabajo interpretativo, pleno de
registros cambiantes, haciendo cómico lo que en el fondo es más serio de lo que
parece. El director, Jorge Sánchez, es el demiurgo que está entre el autor y la
escena; no se le ve pero se le siente; él ha sido capaz de hilar fino para que
el inestable equilibrio entre la realidad del concepto y la apariencia no caiga
por ningún terraplén, pues el equilibrio se sustenta en que esta no es una obra
de humor, aunque haya humor, ni ácida, aunque haya acidez, ni mordaz o
caricaturesca, aunque se intuya la crítica. Muy bueno su manejo teatral para
que el ritmo no decaiga, donde el movimiento de los actores es de suma
importancia en un espacio pequeño y con una escenografía funcional pero
suficiente para crear los diversos contextos.
Famélica,
representada en el Teatro del Barrio, en Madrid, es una apuesta la mar de
interesante, que debiera tener un largo recorrido por los escenarios a partir
de su base de lanzamiento en el recoleto teatro de Lavapiés.
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