El misterio Razumovski, de Martín Llade, se
presenta como un fascinante tapiz literario que entrelaza diversos géneros para
crear una experiencia narrativa única. La extensa narración, inteligentemente
construida, bebe de las ricas fuentes del género histórico, sumergiendo al
lector en una época pasada con precisión y detalle, tanto en personajes, como en
el marco histórico del Congreso de Viena y el geográfico de la ciudad del
Danubio y lugares aledaños. Al mismo tiempo, adopta elementos del género
policiaco, con Beethoven como principal indagador, manteniendo la tensión y
el misterio en una trama que se desenvuelve con la lógica, la intuición y la
meticulosidad de una investigación criminal.
La estructura del
thriller impregna la narrativa, dotándola de un ritmo, acelerado a veces y más
pausado otras, que captura la atención del lector y lo mantiene en vilo. Sin
embargo, el novelista no se conforma con un único registro y expande su relato
hacia la aventura, invitando a los lectores a un viaje pleno de descubrimientos
y acechos inesperados. Los sesgos románticos añaden una capa de complejidad
emocional, mientras que los pasajes de terror se encargan de provocar
escalofríos y aumentar la tensión dramática.
Más allá del entretenimiento intelectual, El misterio Razumovski ofrece profundidad psicológica y pensamiento filosófico, explorando las motivaciones y dilemas de sus personajes con una introspección que invita a la reflexión. El autor, que lo sabe todo y lo narra a través del ayudante del protagonista, demuestra una imaginación desbordante y una lógica implacable, apoyada en una documentación histórico-geográfica exhaustiva que otorga credibilidad, riqueza y verismo al relato.
La narración, descrita de manera lineal, sugiere una historia que, si bien sigue una dirección nítida, se permite explorar múltiples facetas y perspectivas, como si cada giro revelara una nueva dimensión de la trama y sus personajes.
El misterio Razumovski es una novela histórica y lo es policiaca, en la que se busca el esclarecimiento de crímenes, donde los detectives rastrean la solución justa, sean o no agentes de la ley; y es el apunte biográfico de un personaje famoso, Beethoven. Como novela histórica nos ofrece el espejo que refleja una sociedad global reunida en una ciudad concreta, Viena, en un momento determinado (unos meses de 1814), en el marco de referencia del encuentro internacional convocado con el objetivo de restablecer las fronteras de Europa, tras la derrota de Napoleón, y reorganizar las ideologías políticas del Antiguo Régimen; históricos son también la inmensa mayoría de los personajes reales; pero siendo histórico en su conjunto el universo de referencias, no es esta una novela en su totalidad del género histórico, pues la parte ficcional supone un eje fundamental en el desarrollo de la trama. Es también, en cierto modo, una novela de aventuras, en la que se cuenta desde el inicio hasta fin el recorrido vital de un héroe central, de un testigo que lo cuenta a manera de narrador y de otros personajes, circunstanciales y necesarios. Incluye algunos rasgos románticos en el sistema de relaciones de algunos individuos con aventuras y desventuras amorosas y hasta eróticas, heterosexuales y homosexuales. En ella encontramos algunos pasajes de terror que, si no miedo, sí presentan misterio y producen tensión. Podemos considerar que es una novela realista que propone relatos ambientados en un mundo concreto. Así mismo, se aprecia cierto enfoque psicológico en la descripción de sentimientos y del mundo interior de una pléyade de individuos, cuya implicación en la trama puede tener consecuencias. No es ajena a matices filosóficos sin intencionalidad de trascender la existencia. Es un texto narrativo, en el que se cuenta una serie de hechos que suceden o se rememoran, que conforman pequeñas historias que unen sus aristas para constituir un universo. El misterio Razumovski es una novela con intencionalidad literaria, sin narcisismos, con historia, con humor, con misterio, que entretiene e ilustra y es placentera de leer. Y muy especialmente esta obra de Martín Llade es una novela con música, no solo porque su protagonista sea Beethoven y el arte del sonido tenga presencia permanente, sino porque cada capítulo se encabeza con el título de un fragmento o de una obra del sordo genial, y toda ella rezuma múltiples matices del arte sonoro.
¿Merece la pena la lectura de El misterio Razumovski? Absolutamente sí; sin perder la capacidad de asombro y sin rendirse a la sorpresa tras cada capítulo. La originalidad, la sugestiva aportación del relato, reside en la capacidad de subversión con que nos sorprende en los capítulos finales: una serie de sucesivos desenlaces que se superponen y se bifurcan, sin que la arquitectura de la novela se resienta. Esos capítulos finales son como la cúpula de hormigón artesonado con su óculo del Panteón romano y a su vez son la clave o dovela central de un arco o de una bóveda que acuña el conjunto y lo mantiene incólume.
Como lector, todo me parece normal en esta narración, aunque me asombre y sorprenda, porque está escrito con un discurrir claro y sencillo. Ahí se da la coherencia del conjunto del texto. Las piezas encajan y unas se unen con otras sin fisuras, como las teselas de un mosaico. Incluso las trampas narrativas ayudan a ir configurando la verdad. Esos capítulos finales son el aleph borgiano, el punto de espacio-tiempo de la novela donde se sintetizan todos los mundos, todos los tiempos, todos los lugares, las historias de todos los personajes que han pasado por las más de 500 páginas anteriores. En esa confluencia suprema reside la originalidad creativa de la novela: la subversión total en el sentido más etimológico del término, (del latín subvertere, con el significado de trastocar, dar vuelta). Los finales trastocan el orden establecido del contenido, ya sea de índole política, social o moral, y el orden estructural de la narración misma.
Se subvierte el sentido compositivo del thriller en su desarrollo y, por supuesto, en el final. El proceso de indagación lo llevan a cabo dos personas que nada tienen que ver con la profesión policial o la de investigador civil, que comparten inteligencia con los conspicuos personajes: Sherlock Holmes, Hércules Poirot, Kurt Wallander, Salvo Montalbano o Pepe Carvalho. La pieza final de la subversión es definitiva: desvelada la verdad, desentrañado el misterio, reconocidos los culpables, no triunfa el bien, sino el mal. ¡¿Acaso se puede producir una subversión mayor del género narrativo, perfectamente visible en la estructura de la novela, que la que aquí se engendra?!
Se subvierte el sentido de la lógica, como en el cuento borgiano de La muerte y la brújula, pues, con la lógica, los detectives, Beethoven y Schindler, atando cabos, ordenando hechos, relacionando personajes, conjugando historias, interrogando a personas, llegan a conclusiones intachables e irrefutables; sin embargo, eso que parece el triunfo de la inteligencia es alterado por la derrota de la misma, pues será la ilógica lo que culmine la novela, una ilógica que proviene de la inversión del sentido moral de los privilegiados (del poder), que tienen su propia “lógica inmoral” utilitaria, para mantener su estatus.
Se trastoca la moral social. Todos somos conscientes de lo que es bueno y de lo que es malo, lo que puede hacerse y lo que no. La novela refleja la sociedad de una época, proyecta no en declaraciones, sino en conductas, y la moral cívica en su diversidad. Ahora bien, donde la moral se voltea a sabiendas es cuando el poder, la clase dirigente, los políticos, alteran la verdad a la que han llegado los detectives (Beethoven y Schindler). Tras narrar la realidad y buscar la verdad, cuando verdad y realidad se encuentran, la novela (o el autor en su concepción de la novela) da un giro para que la verdad no triunfe. Es tremendo y no es inverosímil, ni ficción, es la victoria de la inmoralidad, que es capaz de poner de acuerdo a los poderosos. Estamos ante el último grado de la perversidad: poner las leyes al servicio de la injusticia. Con todo ello se desbarata la moral social y el fundamento básico de la sociedad: la justicia. Sin embargo, el autor no hace moralina ni toma postura, solo describe lo que hacen los individuos.
Hablar de la peripecia, de los ochenta personajes, de Beethoven, de Razumoski, daría para varios artículos. Ahí están, en la novela, para que el lector los vaya descubriendo y cerciorándose con una enciclopedia al lado de que no solo ellos, sino las más simples anécdotas que se cuentan s son reales.
Dicho lo dicho, aún me hago una pregunta: ¿El misterio Razumovski es una novela literariamente buena? ¿hay correspondencia entre el fondo y la forma? Yo diría que sí y me ahorro los argumentos. Si parto de la libertad que corresponde a todo hecho creativo y valoro la originalidad del producto, considero que la novela de Martín Llade es literatura que merece ser conocida. El fondo y la forma se corresponden en la agilidad narrativa y en la habilidad descriptiva. Se tiende más a lo sustantivo que a las valoraciones subjetivas ampulosas y retóricas. La sencillez de la expresión es chocante contraposición con el tejido de tramas y subtramas que confluyen en la gran paradoja final de la subversión total. El léxico es llano y la sintaxis clara. El libro atrapa y pide continuidad en la lectura.
Aún hay más, el autor, al modo de Julio Cortázar en Rayuela, nos ofrece tres maneras de adentrarnos en El misterio Razumovski: leyendo la novela de principio a fin; imaginando nosotros la ficción, mientras escuchamos las piezas musicales que apunta en el título de cada capítulo; y leyendo y escuchando al tiempo, que es como recrear la lectura con música ambiental; la tercera sería escuchando solo la música y que cada uno se imagine la historia que le apetezca.
Ediciones B, con esta novela de Martín Llade, en el 200 aniversario de la composición de la Novena Sinfonía de Ludwig van Beethoven, realiza un formidable homenaje al genial músico universal y ofrece al gran público (no es necesario saber de música para leer esta maravilla) una obra literaria evocadora que ilustra, entretiene, magnetiza y fascina.