Shakespeare de
nuevo en el Rojas toledano en versión (con muchas libertades) de
Yolanda Pallín y con la dirección de Eduardo Vasco. Noche de
reyes es una obra clásica actualizada con una concepción fresca y
genial, que hace del de teatro una fiesta y ofrece al público ingredientes
suficientes para que quede verdaderamente satisfecho del ágape escénico.
A
esa perfecta actualización de la comedia shakespeariana contribuyen la
excelencia de la interpretación de los actores y actrices de la compañía
Noviembre (a muchos de los cuales los hemos aplaudido tantas veces en la
Compañía Nacional de Teatro Clásico), la estética escenografía de Carolina
González, la medida iluminación de Miguel Ángel Camacho, la
presencia de la música y la espectacularidad del vestuario obra del diseñador Lorenzo
Caprile.
Noche
de reyes, título que traduce muy libremente el original Twelfh
Night or What You Will (La duodécima noche lo que queráis) es una
comedia con enredo, equívocos, intriga y amores en una atmósfera alegre y
satírica, que pone en solfa el mundo de los poderosos, la ambición, el valor
del amor y también del dinero. La locura y la cordura, lo apolíneo y lo dionisíaco.
Esta obra supone una deliciosa recapitulación de la materia cómica de
Shakespeare y contiene algunas de las escenas más brillantes del dramaturgo,
especialmente aquellas en las que lo cómico y lo sentimental se mezclan con
exquisito gusto y equilibrio y, después de haber insinuado la tragedia (amor
imposible de Olivia por Viola-Cesario), cae en plena farsa (burla a
Malvolio). Excelente es el juego que imagina Eduardo Vasco en la escena
entre Viola y Orsino, en la que nos muestra la pasión tímida y ardiente, que se
exalta en un sueño imposible. En conjunto, sobre todo la parte final de la
comedia, nos recuerda las mejores farsas de Molière. Un acierto son, así mismo,
las escenas más cómicas que giran en torno a los personajes don Andrés
Carapálida (José Ramón Iglesias) y don Tobías (Fernando Sendino),
quienes logran la frecuente sonrisa del público cuando no la carcajada por su
muy lograda actuación y complicidad. Si dejamos la acción aparte, lo
especialmente significativo de esta comedia es la creación extraordinariamente
perfilada de los personajes: tipos fijos, animados por la maestría
shakespeariana y reafirmados por la no menor maestría de Vasco, son el duque
Orsino (Daniel Albadalejo), enamorado del amor, lánguido y zalamero, el
clásico “dolido”; la condesa Olivia (Rebeca Hernando), también una sentimental,
que toma actitudes de hermana inconsolable y cede ante el primer
estremecimiento de simpatía, o la dama de compañía, María (Maya Reyes),
llena de ingenio, y Malvolio (Héctor Caballero) quienes completan unos
pasajes cómicos bellamente trabados. Figura central es Feste, el bufón que se
burla de todo, incluso del luto de la condesa Olivia; este personaje,
magistralmente interpretado por un actor tan versátil como Arturo
Querejeta, que canta, baila y habla con ingenio, sirve de hilo conductor y
lleva al espectador, cual “cicerone” a realizar un recorrido por diferentes
realidades sociales y ambientes, desde el cortesano del duque de Orsino y la
condesa Olivia al de la soldadesca. Pero, sin duda, la gran creación de esta
obra es Viola, la mujer que se envuelve en el traje viril, pero que en la que
se intuyen siempre sus emociones y afectos, cuyo papel lo borda Beatriz
Argüello.
Enredo y alegría, crítica y
desenfado, afectos y pasiones, comicidad… son elementos que hacen del
espectáculo un divertimento que proporciona un verdadero disfrute por su
ingenio, sutileza y gracia. Eduardo Vasco ha demostrado una vez más algo a lo
que ya nos tenía acostumbrados en la CNTC, que es un maestro del conocimiento
teatral, solvente en la dirección de actores y capaz para el atrevimiento y la
actualización de clásicos con arte como esta Noche de reyes que hemos
disfrutado en el teatro de Rojas de Toledo.
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