Agua, piedra y luz. Toledo es un paisaje sinuoso que une la tierra y el sinfín del universo. “Skyline” de la cultura hecha historia en cada tejado, en cada torre, en cada espadaña de convento, en cada plaza, en cada cobertizo, en esas formas que permanecen quietas ante la fluidez cambiante de tantas gentes como atisban. Cada mirada retrata un instante fugaz que se eterniza, igual que se eternizan las piedras que sellan los secretos. Es la quietud, el silencio, la realidad y la leyenda, el espíritu del íbero, del romano, del godo, del judío, del musulmán, del cristiano, del sabio y del mago lo que queda y se aprehende en cada impresión, en cada emoción. Lo sombrío se hace luz y lo arcano aparece ante los ojos. En Toledo se arremansa el tiempo y queda abolido, diluido, como en suspenso.
El hombre piensa y repiensa su recortada silueta silente mientras parece entonar en su interior: Magnificat anima mea Dominum, et exultavit spiritus meus in Deo salutari meo, quia respexit humilitatem ancillae suae.
Es Belén, donde surge la luz divina de las ideas. Es el origen, el ascua que hay que soplar, como en la hermosa pintura, para que se mantenga encendida la llama inmensa de la creatividad.
¡Feliz Navidad! y un año 13 sin miedo a seguir apostando por el optimismo que nos hace humanos y humanistas.
¡Goza y haz gozar! Y sé feliz con quien quieres y con quien te quiere.
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