El día 6 de diciembre me ha dado por la reflexión.
¡Qué menos, en día tan señalado! El internacionalismo ha triunfado por encima
de las constituciones. El de los bancos, el del capital, me refiero.
Afirma la
Constitución en el artículo 1 que “España se constituye en un Estado social y
democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento
jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”.
¡Qué bien la retórica, la palabra! Pero la realidad
nos demuestra que estos conceptos abstractos y llenos de esperanza positiva
para los ciudadanos crédulos carecen de sustancia.
Es evidente que por encima de la Constitución
existe un poder ciego, con sus brazos en los bancos y en las políticas
económicas, que trabaja para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los
pobres.
Durante las crisis es cuando se amasan las grandes
fortunas.
¿Qué hace la Constitución por mí como ciudadano?
Nada.
Valga como contraejemplo de esos maravillosos
“valores superiores del ordenamiento jurídico, la libertad, la justicia, la
igualdad” una noticia de estos días en los medios de comunicación: Al que
fuera todopoderoso y opinante jefe de los empresarios de España, Díaz-Ferrán
(¡muy ético, muy social y muy igualitario!) la declaración de la renta le salió
a devolver en 2011. Hacienda le reintegró más de 2000 euros. Seguramente es
legal, ingeniosamente, financieramente e ingenieramente legal. ¿Cotizaría por
el lingote de oro que le encontraron en su casa? Si esa es la España social y
de derecho, algo me hay por debajo de las hermosas palabras de la ley de leyes
La Constitución parece fofa y está enclenque. Sirve
poco cuando la obscenidad del poder es indignante.
El ídolo-dios es el dinero que todo lo trabuca;
esta es lección que nunca aprendemos. Ya nos daban cuenta Juan Ruiz en El libro
de buen amor o Fernando de Rojas en La Celestina de ese poder corruptor. El
desmesurado y agresivo enriquecimiento hace que la sociedad se aleje de la
ética esencial.
El dinero y sus sirvientes me merecerían solo el
desprecio de la risa si no fuera porque voracidad y sus consecuencias roen las
entrañas y hacen sufrir a muchas personas.
Ya me gustaría predicar el optimismo de una
Constitución que define la esencia de mi patria como “Estado social y
democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento
jurídico la libertad, la justicia, la igualdad”.
Esta es mi reflexión a toro pasado del 6 de
diciembre de 2012.
Publicado en www.noticiasdigital.es
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