El poder lo dan las urnas. Si en un año ya
se ha incumplido todo el programa que se votó hay que esperar sufriendo otros
tres años de impaciencia y alimentando el corazón con mala hierba. Cuando todo
se incumple y el votante se siente estafado, la democracia real cuyas
acciones debieran emanar del poder del pueblo debiera arbitrar algún mecanismo
para llevar a los gobernantes incumplidores, si no a la guillotina, como
antaño, sí a su casa. Un plebiscito, un referéndum, algo que de participación
real al pueblo. Mientras tanto, queda esperar y ver si la izquierda real, que
viene a ser el sesenta por ciento del censo, logra enhebrar la aguja con una
sola hebra para dar la puntada y la puntilla con el voto a estos que están
dejando a España como un rastrojo a los españoles tan mísero que no les cabe
una paja en el culo.
Creo que la izquierda tiene arreglo. Lo
voy a explicar con un exiemplo antiguo, pues todo el saber necesario para hoy
ya nos lo enseñó el Arcipreste de Hita, Don Juan Manuel o Fernando de Rojas.
Así que, izquierdistas de España, atentos al cuento.
Dos caballeros que estaban en Túnez con el
infante don Enrique (pariente de Alfonso X que se había ido a Túnez no de
turismo sino huyendo de la familia) eran muy amigos y vivían juntos. Estos dos
caballeros no tenían sino un caballo cada uno, y mientras ellos se estimaban y
respetaban, sus caballos se tenían un odio feroz (vamos como los diferentes
partidos de izquierda en nuestra España). Como los caballeros no eran tan ricos
que pudieran pagar estancias distintas, y por la malquerencia de sus caballos
no podían compartirlas, llevaban una vida muy enojosa (como la llevan aquí los
entes que se reclaman de izquierdas). Cuando pasó cierto tiempo y vieron que no
había solución, se lo contaron al infante don Enrique y le pidieron como favor
que echara aquellos caballos a un león que tenía el rey de Túnez.
Don Enrique habló con el rey, que les pagó
muy bien los caballos y los mandó meter en el patio donde estaba el león. Al
verse los caballos juntos en aquel lugar, antes de que el león saliese de su
jaula empezaron a pelear con mucha ira (con el mismo desprecio que se tienen
los partidos de izquierdas en este valle de lágrimas). Estando en lo más
violento de su pelea, abrieron la jaula del león (que vamos a pensar que
simboliza el poder que alcanza la derecha unida) y, cuando los caballos lo
vieron suelto por el patio, se echaron a temblar y se fueron acercando el uno
al otro (acercamiento que vemos en Andalucía y que echamos de menos en
Extremadura). Cuando estuvieron juntos, se quedaron así un rato y luego se
lanzaron los dos contra el león, al que atacaron con cascos y dientes de modo
tan violento que hubo de buscar refugio en su jaula (eso es lo que debieran
hacer los partidos de izquierdas: un frente único o frente popular). Los dos
caballos quedaron sin daño, porque el león no pudo herirlos ni siquiera
levemente y, después de esto, los dos caballos se hicieron tan amigos que
comían en el mismo pesebre y dormían juntos en la misma cuadra, aunque era muy
pequeña (veis qué fácil es hacerse “amigos” por un interés común). Esta amistad
nació entre ellos por el miedo que les produjo la presencia del león (la fiera
derecha unida que es brazo armado por el voto del poder del dinero).
Pues ahí tenéis el exiemplo, izquierda de
España. Del mismo modo que los caballos se fueron acercando poco a poco hasta
perder el recelo mutuo y estuvieron bien seguros el uno del otro, así vos,
izquierdistas, debéis confiar poco a poco en vuestros mismos aunque fueseis
antiguos enemigos. Y si siempre encontráis en los unos en los otros buenas
obras y fidelidad, de modo que estéis seguros de que nunca os volveréis a hacer
daño, entonces haréis bien y os será muy útil ayudaros para que no os destruya
ni conquiste aquel otro enemigo mayor (el león de la derecha); pues en muchas
ocasiones debemos soportar, perdonar y auxiliar a nuestros parientes y vecinos
(el pueblo de izquierdas) para que nos defiendan contra los extraños (la
derecha que no sabemos qué directrices tiene para desmantelar España). Pero si
no podéis confiar del todo unos izquierdistas en otros (porque hay mala fe o
actitudes “raras”, como en Extremadura), no sería muy sensato ayudar a quien
después, cuanto tenga la ocasión se va a tirar a ti como gato a bofe.
Así que, ¡izquierdistas de toda España, uníos! Sacad
un buen ejemplo de los caballos y tened presente que estando vuestras tierras
protegidas de daño, evitad las argucias que urden los extraños.
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