Título: Don Gil de las calzas verdes. Autor: Tirso de Molina. Compañía: Ensamble Bufo. Dirección: Hugo Nieto. Dramaturgia: Alberto Gálvez. Intérpretes: Jorge Muñoz, Natalia Erice, Sara Moraleda, Samuel Viyuela, Rafa Maza/Didier Otaorla y María Besant. Vestuario: Paola de Diego. Iluminación: Felipe Ramos. Música: Miguel Magdalena. Producción: Teatro de Acción Candente.
El Teatro de
Rojas de Toledo nos ha ofrecido el estreno nacional de la obra de Tirso de
Molina Don Gil de las calzas verdes, en versión actualizada
de Alberto Gálvez. ¡Una gozada! La compañía Ensamble Bufo ha puesto en escena un texto fresco
que ha respetado la esencia de lo clásico y lo ha complementado con el
desenfado de la modernidad. Los enredos de Tirso de Molina se han tejido y
destejido con referencias a personas y situaciones de nuestro mundo, con un
toque de humor provocante a risa muy de agradecer.
Si ya en el teatro de Tirso de Molina lucen las mujeres atrevidas y
complejas, con conciencia y personalidad propias, bien perfiladas y con un
sentido del honor que las acerca más al mundo de hoy que al propio en el que
fueron creadas, en esta propuesta escénica el desenfado, el movimiento, el
protagonismo y la dignidad de la mujer adquieren un realce especial, que solo
lo equilibra en ocasiones el gracioso y asombrado criado Caramanchel.
La comedia es un alarde de enredos que se entrecruzan con la utilización de
herramientas tan teatrales como el travestismo (la mujer vestida de hombre, en
este caso), las identidades falsas, los engaños o la pérdida y hallazgo de
cartas u objetos. La dramaturgia de Alberto Gálvez mejora
el propio texto de Tirso, pues de vez en cuando realiza aclaraciones al
espectador, al que ayuda a mantener presentes todos los hilos de la madeja.
Aligerar a un clásico sin echarlo a perder y favorecer la teatralidad y la
comprensión de la obra es un arte que no todos tienen y del que sí se hace gala
en esta dramaturgia.
Este Don Gil de las calzas verdes, sin obviar la reflexión
sobre ese mundo avaro de hombres (encarnado en personajes masculinos) que basan
su vida en el puro interés frente a otras emociones más humanas, es un
divertimento entretenido, en el que, por supuesto, las mujeres engañan a los
hombres y no solo a los hombres, sino también a otras mujeres. Tirso de Molina
subvierte el orden de los valores de su época; y en esta propuesta se mantiene
la subversión y la ironía y la finura crítica del autor, pero se da un mayor
sesgo humorístico, que no trivializa la obra, sino que la actualiza y la hace
accesible al público heterogéneo de nuestro tiempo.
Ensamble
Bufo ha realizado
sobre las tablas del Rojas un trabajo extraordinario de representación en el
conjunto y en los matices, en los movimientos y en la ocupación de la escena,
en la expresión corporal y en los más pequeños gestos, y en una dicción del
verso muy clara, que respetaba en equilibrio el ritmo sintáctico (algo poco
habitual y muy de agradecer) y la rima. Fluidez y agilidad sí, pero sin dar
cuartos a la estridencia. Cada signo estaba perfectamente articulado y
coordinado en el sistema. La labor de Hugo Nieto y
sus ayudantes en la dirección de actores hay que significarla especialmente.
Un espacio escénico funcional, con ausencia de toda referencia realista
pero perfectamente estudiado, para que el vacío adquiriera significación real,
y magníficamente iluminado, ha servido para que la acción fluya sin entorpecer
la trama. El vestuario ha respondido a un diseño innovador muy interesante. La
música de Miguel Magdalenainterpretada en
escena también ha contribuido al conjunto del espectáculo tanto por su poder
evocador como por la capacidad de aligerar y a la vez compartimentar la
representación.
La función, tras lo dicho, adquiere su verdadera dimensión con la
interpretación milimétrica de unas actrices y unos actores que no han dejado ni
un ápice a la improvisación y no por ello han perdido naturalidad y coherencia.
Lo serio y lo gracioso, la verdad y el engaño, la sugerencia y el mensaje
directo han estado perfectamente diseñados, perfilados y puestos sobre la
escena con una profesionalidad que dice mucho del trabajo minucioso que se ha
debido hacer antes del estreno. El espectador sabe que todo es teatral pero lo
encuentra perfectamente verosímil. Jorge Muñoz ha
encarnado un Caramanchel pleno de matices con mucha gracia y sin dejarse
arrastrar hacia la farsa; Samuel Viyuela ha
modelado un don Pedro y un don Juan creíbles, más recio el don Pedro y más
endeble el don Juan; el actor que hacía el papel de don Martín ha cumplido con
creces; las actrices, espléndidas las tres; María Besant ha
dibujado una doña Inés con una alegría contagiosa; Natalia Erice, en los papeles de Quintana y doña Clara,
ha sabido moverse entre la energía y la emoción; y la talaverana Sara Moraleda ha dominado las tablas con empaque
de cerámica, es decir, pura artesanía interpretativa.
Enhorabuena
a la productora Teatro de Acción Candente por
recrear este Don Gil de las calzas verdes, que,
a buen seguro, tras este estreno en Toledo, va a triunfar en todos los
escenarios en los que tengan ocasión de subirse.
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