miércoles, 18 de enero de 2006

LOS NAVALUCILLOS

Dicen los que saben de tradiciones que “hasta San Antón fiestas son”. En Los Navalucillos, pueblo adelantado donde los haya, se da un pasito más y las fiestas se alargan hasta San Sebastián, con sus luminarias grandes y sus marraches. Y de unos años a esta parte, además de venerar religiosamente al santo Patrón y comer sus roscas, se viene celebrando un jolgorio popular alrededor de la recuperación de la tradicional matanza del cerdo.
Son estas unas Jornadas Rito-Gastronómicas en las que los matarifes más duchos dan cuenta, para regocijo de los lugareños y de los forasteros que están como en su casa, de unos buenos ejemplares del cerdo autóctono bien cebado, al que luego estrazan con singular maestría, para sacar las mantecas, clarear los entresijos, dar buena forma a las lunadas, sacar los lomos y los solomillos, filetear unos buenos somarros y preparar la carne para picar. Luego vendrán las operaciones para hacer que estas viandas se guisen y la gente pueda consumirlas en el mismo día. Así se guisará y se amasará la sorda, se embuchará y se asarán en parrilla los somarros y los chorizos y las morcillas, para gusto de los paladares y para disgusto de los guardadores de la línea que desquicia a las personas en esta sociedad de cuerpos de yogurt.
Merece la pena ir a Los Navalucillos en cualquier día del año, porque, además de paisajes naturales vírgenes como los del Chorro y la sierra la Botija, el risco el Tambor y las Morreras, la presa del tío Aniceto o el Guindillo, se come las comidas más sabrosas que uno se pueda imaginar, tanto los platos de cuchara como los de tenedor o los de dedos. No hay cosa mejor que un salmorejo, un ajoharina, unas patatata-con-to-crudo, un conejo al ajillo, un bondejo adobado, una buena carne en fiambre, aunque sea de cabra, un buen “guisao” o un cocido aterrado, sin olvidar la dulzaina, como los mantecados, los bollos de aceite o los de agua, las puches, el arrope o las hojuelas.
Quien tenga la voluntad de ir por primera vez, este día de la mantanza, el 21 de enero, es una excelente ocasión para conocer el pueblo y, sobre todo, a los naturales del lugar, que son gente que no presume de tacón para luego pisar con el contrafuerte, como dice mi amigo Dustiano.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como que los chicharrones estan regular, por las mañanas con una copita de aguardiente.
Si Dios quiere, no pienso perdermelo