martes, 25 de diciembre de 2012

MI SOPA DE CEBOLLA FRANCESA


Ingredientes para 6 personas:
  • 4 cebollas hermosas; puede ser en versión cebolla dulce y la sopa toma una cremosidad y un paladar excelente.
  • 50 gramos de mantequilla un poco más (cada uno según su gusto). (Se puede poner un chorro de aceite de oliva y derretir en él la mantequilla).
  • 2 cucharadas de harina de trigo o de maíz.
  • 2 litros de caldo (que habremos preparado cociendo pollo, gallina, hueso de ternera nunca de jamón, zanahoria, nabo, puerro... o caldo preparado del mercado o de cubitos).
  • Rebanadas de pan (mejor de molde) tostado para cubrir la cazuela.
  • Queso parmesano rallado (para cubrir las rebanadas de pan y gratinar). (Si no hay parmesano, vale cualquier otro queso que nos guste, con más o menos sabor: gruyère, emmental, manchego...).

(A la sopa se le puede poner un poco de vino blanco, de Jerez o una copa de coñac. Si gusta se puede dar un toque de pimienta).

Manos a la obra:
  1. Se pelan y se cortan las cebollas finamente en forma de brunoise o juliana.
  2. Se sofríe la cebolla lentamente en una buena cacerola (mejor las típicas de hierro fundido) en la mantequilla, hasta que la cebolla quede transparente sin que se llegue a dorar y, por supuesto, sin que se queme ningún trozo; para ello, lo mejor es no perderla de vista y remover continuamente con una cuchara de palo. Si ponemos un poco de sal a la cebolla en este momento del proceso ayudaremos a que nos ofrezca mejor sus jugos.
  3. Cuando la cebolla está en su punto, se añade la harina de trigo o de maíz para que la sopa tome una textura de un cierto espesor. Se da unas vueltas y se añade el vino blanco, el coñac o el jerez (si queremos poner estos ingredientes) y a continuación el caldo que ya tendremos preparado  caliente.
  4. Dejamos que todo cueza una media hora a fuego lento.
  5. Probamos de sal y le damos el toque de pimienta, si nos gusta.
  6. Tostamos las rebanadas de pan de molde.
  7. Retiramos del fuego la cacerola de sopa y, antes de servir, colocamos el pan tostado cortado en cuadraditos o en rebanadas, como mejor nos guste, por toda la superficie de la cacerola y espolvoreamos generosamente con el queso rallado.
  8. Metemos la cacerola al gril del horno y gratinamos sin dejar de mirar hasta que el queso empieza a dorar y hacer costra (muy poquito tiempo).
(La sopa yo la hago con variantes, pero esta es la básica que aprendí en Francia cuando hice la plonge en Le Soleil D´Or en Font Romeu).


viernes, 21 de diciembre de 2012

Feliz Navidad


Agua, piedra y luz. Toledo es un paisaje sinuoso que une la tierra y el sinfín del universo. “Skyline” de la cultura hecha historia en cada tejado, en cada torre, en cada espadaña de convento, en cada plaza, en cada cobertizo, en esas formas que permanecen quietas ante la fluidez cambiante de tantas gentes como atisban. Cada mirada retrata un instante fugaz que se eterniza, igual que se eternizan las piedras que sellan los secretos. Es la quietud, el silencio, la realidad y la leyenda, el espíritu del íbero, del romano, del godo, del judío, del musulmán, del cristiano, del sabio y del mago lo que queda y se aprehende en cada impresión, en cada emoción. Lo sombrío se hace luz y lo arcano aparece ante los ojos. En Toledo se arremansa el tiempo y queda abolido, diluido, como en suspenso.
El hombre piensa y repiensa su recortada silueta silente mientras parece entonar en su interior: Magnificat anima mea Dominum, et exultavit spiritus meus in Deo salutari meo, quia respexit humilitatem ancillae suae.
Es Belén, donde surge la luz divina de las ideas. Es el origen, el ascua que hay que soplar, como en la hermosa pintura, para que se mantenga encendida la llama inmensa de la creatividad.
¡Feliz Navidad! y un año 13 sin miedo a seguir apostando por el optimismo que nos hace humanos y humanistas.
¡Goza y haz gozar! Y sé feliz con quien quieres y con quien te quiere.

domingo, 16 de diciembre de 2012

La izquierda y los dos caballos


El poder lo dan las urnas. Si en un año ya se ha incumplido todo el programa que se votó hay que esperar sufriendo otros tres años de impaciencia y alimentando el corazón con mala hierba. Cuando todo se incumple y  el votante se siente estafado, la democracia real cuyas acciones debieran emanar del poder del pueblo debiera arbitrar algún mecanismo para llevar a los gobernantes incumplidores, si no a la guillotina, como antaño, sí a su casa. Un plebiscito, un referéndum, algo que de participación real al pueblo. Mientras tanto, queda esperar y ver si la izquierda real, que viene a ser el sesenta por ciento del censo, logra enhebrar la aguja con una sola hebra para dar la puntada y la puntilla con el voto a estos que están dejando a España como un rastrojo a los españoles tan mísero que no les cabe una paja en el culo.
Creo que la izquierda tiene arreglo. Lo voy a explicar con un exiemplo antiguo, pues todo el saber necesario para hoy ya nos lo enseñó el Arcipreste de Hita, Don Juan Manuel o Fernando de Rojas. Así que, izquierdistas de España, atentos al cuento.
Dos caballeros que estaban en Túnez con el infante don Enrique (pariente de Alfonso X que se había ido a Túnez no de turismo sino huyendo de la familia) eran muy amigos y vivían juntos. Estos dos caballeros no tenían sino un caballo cada uno, y mientras ellos se estimaban y respetaban, sus caballos se tenían un odio feroz (vamos como los diferentes partidos de izquierda en nuestra España). Como los caballeros no eran tan ricos que pudieran pagar estancias distintas, y por la malquerencia de sus caballos no podían compartirlas, llevaban una vida muy enojosa (como la llevan aquí los entes que se reclaman de izquierdas). Cuando pasó cierto tiempo y vieron que no había solución, se lo contaron al infante don Enrique y le pidieron como favor que echara aquellos caballos a un león que tenía el rey de Túnez.
Don Enrique habló con el rey, que les pagó muy bien los caballos y los mandó meter en el patio donde estaba el león. Al verse los caballos juntos en aquel lugar, antes de que el león saliese de su jaula empezaron a pelear con mucha ira (con el mismo desprecio que se tienen los partidos de izquierdas en este valle de lágrimas). Estando en lo más violento de su pelea, abrieron la jaula del león (que vamos a pensar que simboliza el poder que alcanza la derecha unida) y, cuando los caballos lo vieron suelto por el patio, se echaron a temblar y se fueron acercando el uno al otro (acercamiento que vemos en Andalucía y que echamos de menos en Extremadura). Cuando estuvieron juntos, se quedaron así un rato y luego se lanzaron los dos contra el león, al que atacaron con cascos y dientes de modo tan violento que hubo de buscar refugio en su jaula (eso es lo que debieran hacer los partidos de izquierdas: un frente único o frente popular). Los dos caballos quedaron sin daño, porque el león no pudo herirlos ni siquiera levemente y, después de esto, los dos caballos se hicieron tan amigos que comían en el mismo pesebre y dormían juntos en la misma cuadra, aunque era muy pequeña (veis qué fácil es hacerse “amigos” por un interés común). Esta amistad nació entre ellos por el miedo que les produjo la presencia del león (la fiera derecha unida que es brazo armado por el voto del poder del dinero).
Pues ahí tenéis el exiemplo, izquierda de España. Del mismo modo que los caballos se fueron acercando poco a poco hasta perder el recelo mutuo y estuvieron bien seguros el uno del otro, así vos, izquierdistas, debéis confiar poco a poco en vuestros mismos aunque fueseis antiguos enemigos. Y si siempre encontráis en los unos en los otros buenas obras y fidelidad, de modo que estéis seguros de que nunca os volveréis a hacer daño, entonces haréis bien y os será muy útil ayudaros para que no os destruya ni conquiste aquel otro enemigo mayor (el león de la derecha); pues en muchas ocasiones debemos soportar, perdonar y auxiliar a nuestros parientes y vecinos (el pueblo de izquierdas) para que nos defiendan contra los extraños (la derecha que no sabemos qué directrices tiene para desmantelar España). Pero si no podéis confiar del todo unos izquierdistas en otros (porque hay mala fe o actitudes “raras”, como en Extremadura), no sería muy sensato ayudar a quien después, cuanto tenga la ocasión se va a tirar a ti como gato a bofe.
Así que, ¡izquierdistas de toda España, uníos! Sacad un buen ejemplo de los caballos y tened presente que estando vuestras tierras protegidas de daño, evitad las argucias que urden los extraños.

Don Quijote de la Mancha, el don del equilibrio


Yo soy Don Quijote de La Mancha
Texto: Miguel de Cervantes. Dramaturgia: José Ramón Fernández. Dirección: Luis Bermejo. Intérpretes: José Sacristán, Don Quijote; Fernando Soto, Sancho; Almudena Ramos, Sanchica; José Luis López, violonchelista. Escenografía: Javier Aoiz. Vestuario: Monica Boromello. Iluminación: Juan Gómez-Cornejo, Ion Aníbal López. Video escena: Álvaro Luna, Bruno Praena. Música original: Ramiro Obedman.


Con José Sacristán somos todos don Quijote; Sancho somos con Fernando Soto, Sanchica con Almudena Ramos y música con José Luis López.  El escenario del Rojas se ha convertido, con la puesta en escena de Yo soy Don Quijote de La Mancha, en el ancho campo en el que reivindicar el referente moral y ético que representa el héroe manchego y universal, tanto en su época como en la nuestra.
           
La dramaturgia que nos ofrece José Ramón Fernández  y la dirección de Luis Bermejo logran un esmerado equilibrio en el peso de los personajes, en el movimiento escénico, en el gesto que no se deja llevar por las posibilidades chuscas que el texto brinda,  en el escenario funcional, en el metateatro como marco de la trama, y en la presencia de la música como hilo conductor de emociones  a la vez que nexo entre escenas.
            La adaptación teatral de la novela es rigurosa y respetuosa  con los textos que selecciona y logra poner de manifiesto la verdadera esencia del personaje. Es plausible que haya elegido momentos importantes que retratan el perfil tremendamente humano del héroe cervantino y que haya eludido pasajes muy tópicos y conocidos. En el bien hilado texto no solo se ensalza la bondad del hidalgo de La Mancha, sino que se nos da pie a la reflexión, para ver cómo se adentra el héroe, y cómo nos adentramos nosotros, en el trato con el mundo. Es menester tocar las apariencias con la mano para dar lugar al desengaño. La vida no es un encantamiento que nos haga permanecer perdidos, ni a don Quijote ni a nosotros, en un confuso laberinto alienante. Don Quijote es un hombre con una idea muy clara de la bondad y de la justicia, que no se para a pensar en los problemas que va a tener a la hora de defender sus principios: el amor, la libertad, la equidad, las lealtades y las solidaridades.

            Y sobre las tablas, Sacristán/Quijote, la dignidad del personaje mítico, del actor y de la persona, inseparables. No sé si es Sacristán quien interpreta a Don Quijote o es Don Quijote quien interpreta a Sacristán. Uno y otro, refugiados en el yo, alcanzan su propia identidad y toman posición ante una sociedad tuerta y de valores pervertidos, y se lanzan hacia un futuro de afirmaciones de vida, de una vida a la vez de rebeldía y de esperanza, confiando en que el ser humano puede ser, para su bien y para su mal, artífice de su propio camino. Don Quijote/Sacristán humaniza la existencia y emerge el héroe cervantino creándose a sí mismo frente a todo tipo de agresividad y cerrilidad, de corrupción; Sacristán/Don Quijote lo que hace, sencillamente, es desencantar el mundo encantado, lo que significa humanizarlo, hacerlo volver a una condición existencial gobernada por las fuerzas humanas. Don Quijote/Sacristán son esas vidas voluntariosas que sufren las consecuencias de su liberado comportamiento. Perder no es fracasar. Con este Don Quijote, tan hecho para el mundo de hierro en que vivimos, hay que hablar de esperanza y de ganas de seguir luchando desde la lucidez, nunca desde el abandono, la derrota o la tristeza.
            Yo soy Don Quijote de La Mancha de la compañía Metrópolis es una buena obra, un texto que llega a la gente, que se disfruta con gusto y que deja un sabor de boca que echa raíces en la reflexión. Y es sobre todo una delicia de interpretación, en la que la palabra bien dicha y el juego escénico bien trabado hacen que el espectáculo se deslice con la suavidad de una balsa de aceite.

domingo, 9 de diciembre de 2012

Constitución a toro pasado


El día 6 de diciembre me ha dado por la reflexión. ¡Qué menos, en día tan señalado! El internacionalismo ha triunfado por encima de las constituciones. El de los bancos, el del capital, me refiero.
Afirma la Constitución en el artículo 1 que “España se constituye en un Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad y el pluralismo político”.
¡Qué bien la retórica, la palabra! Pero la realidad nos demuestra que estos conceptos abstractos y llenos de esperanza positiva para los ciudadanos crédulos carecen de sustancia.
Es evidente que por encima de la Constitución existe un poder ciego, con sus brazos en los bancos y en las políticas económicas, que trabaja para hacer más ricos a los ricos y más pobres a los pobres.
Durante las crisis es cuando se amasan las grandes fortunas.
¿Qué hace la Constitución por mí como ciudadano? Nada.
Valga como contraejemplo de esos maravillosos “valores superiores del ordenamiento jurídico, la libertad, la justicia, la igualdad” una noticia de estos días en los medios de comunicación: Al que fuera todopoderoso y opinante jefe de los empresarios de España, Díaz-Ferrán (¡muy ético, muy social y muy igualitario!) la declaración de la renta le salió a devolver en 2011. Hacienda le reintegró más de 2000 euros. Seguramente es legal, ingeniosamente, financieramente e ingenieramente legal. ¿Cotizaría por el lingote de oro que le encontraron en su casa? Si esa es la España social y de derecho, algo me hay por debajo de las hermosas palabras de la ley de leyes
La Constitución parece fofa y está enclenque. Sirve poco cuando la obscenidad del poder es indignante.
El ídolo-dios es el dinero que todo lo trabuca; esta es lección que nunca aprendemos. Ya nos daban cuenta Juan Ruiz en El libro de buen amor o Fernando de Rojas en La Celestina de ese poder corruptor. El desmesurado y agresivo enriquecimiento hace que la sociedad se aleje de la ética esencial.
El dinero y sus sirvientes me merecerían solo el desprecio de la risa si no fuera porque voracidad y sus consecuencias roen las entrañas y hacen sufrir a muchas personas.
Ya me gustaría predicar el optimismo de una Constitución que define la esencia de mi patria como “Estado social y democrático de Derecho, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico la libertad, la justicia, la igualdad”.
Esta es mi reflexión a toro pasado del 6 de diciembre de 2012.
Publicado en www.noticiasdigital.es