viernes, 26 de septiembre de 2008

CONTRA LA GENTE TÓXICA

¿Con quién vives? ¿Con quién trabajas? ¿Con quién compartes tus salidas, tus almuerzos, tus caminatas... tu tiempo, tus sueños?
Hay "gente tóxica". Es la que nos plantea relaciones inconvenientes, basadas en emociones negativas, que atentan contra nuestro bienestar y nos quitan energía. Entre esta gente se incluye a las personas envidiosas, chismosas, descalificadoras, falsas, manipuladoras y otras más. Hay un libro que analiza todo esto y del que algún día hablaré. Pero hoy lo que quiero tratar es lo positivo que hay en cada uno de nosotros.
Cambiando nuestra manera de sentir, podemos cambiar nuestra manera de decidir y actuar. Muchas veces vivimos dependiendo de las emociones ajenas, sujetando nuestro bienestar al ánimo de los demás y al trato que quieran darnos. Y eso es inefectivo, sobre todo cuando dejamos entrar a nuestro círculo íntimo a personas "difíciles" y agresivas y damos crédito a sus palabras, que nos dañan. En el ámbito emocional más que en ningún otro, debemos asumir la dirección de nuestra vida y no dejar que nadie, directa o indirectamente, tome decisiones por nosotros. Debemos poner límites no sólo a lo que los demás pueden hacernos o decirnos, sino -sobre todo- a lo que nosotros nos permitimos sentir, a aquello que dejamos nos afecte.
Los seres humanos nos vemos tal como hablamos de nosotros mismos y conforme a lo que otros dicen de nosotros y aceptamos como válido.
Por tanto, no sólo debemos alejarnos de la "gente tóxica" sino, muy especialmente, evitar comportarnos nosotros de ese modo. No caer en el juego de quienes nos perjudican es tan importante como no jugar nosotros ese juego con otras personas. No permitirnos sentir ni hacer sentir culpa, celos, envidia, insatisfacción, dependencia, baja autoestima, inseguridad, ira, etc... Se trata de relacionarnos sanamente en el trabajo, en la familia, en la vida social, con los demás y con nosotros mismos.
Os propongo un Decálogo para la salud emocional:
Primer mandamiento: Valora que te tienes a ti mismo, conócete y trabaja en tu cambio interior.
Segundo mandamiento: No esperes nada de nadie.
Tercer mandamiento: No idealices.
Cuarto mandamiento: Pelea sólo por las cosas que valen la pena.
Quinto mandamiento: Busca consejos de gente sabia.
Sexto mandamiento: Demuestra ternura a los seres que amas.
Séptimo mandamiento: No reacciones mal ante las palabras de la gente.
Octavo mandamiento: No te pongas en víctima.
Noveno mandamiento: No te compares con nadie.
Décimo mandamiento: No intentes cambiar a nadie.
Y ¡¡¡Lee este Blog amigo y no lo perderás!!!

viernes, 19 de septiembre de 2008

EL CRITICÓN

El Criticón es una novela de Baltasar Gracián. La novela refleja una visión pesimista de la sociedad. Su estilo supone la quintaesencia del conceptismo, y está presidido por la brevedad y la intensificación semántica de la lengua. Destaca el recurso de la antítesis y todo tipo de juegos de palabras junto con la abundancia de sentencias y máximas de origen culto o de proverbios y refranes populares que adecua a sus intenciones adaptándolos o transformándolos de modo original.
Recomiendo su lectura, aunque es un poco densa y pesada.

Pero hoy quiero hablar de la "crítica" en nuestro mundo, especialmente en el trabajo. La crítica es una medicina amarga y todos la hemos probado: criticar o ser criticados no es fácil. Con demasiada frecuencia nos pone a la defensiva, o nos vuelve vulnerables y no sabemos cómo actuar ante ella.
La clave para emitir y, fundamentalmente, para recibir una crítica es reconocer que ésta no es "LA VERDAD ABSOLUTA", sino una manera diferente de ver las cosas, una "verdad relativa", tanto nuestra crítica como la crítica que nos hacen.
Hay que ser positivos ante la crítica. Podemos utilizarla -especialmente la que nos hacen- para cuestionar nuestros modos de actuar... y mejorar!
Cuando nos critican, podemos preguntarnos: "¿qué ha visto esta persona para decir lo que dice y que seguro que puede ayudarme? Esta actitud ya de por sí reduce las emociones negativas y nos permite abir la mente y aprender de la crítica.
Es evidente que, para criticar, debemos ser conscientes de lo subjetivo de nuestra mirada y mantener un delicado equilibrio entre lo que decimos... y "el modo" en que lo decimos.
Criticar no debe ser sinónimo de "herir".

viernes, 12 de septiembre de 2008

IDEAS PARA LÍDERES EMERGENTES

El liderazgo no es un tema tan complejo, como a algunos les pudiera parecer. Podemos definir “liderazgo” como “influencia”. Así de simple: cuando una persona lidera, influye. Liderar a otros es influenciarles -a través de diferentes medios- para que sigan al líder hacia su visión, creencia, o acción.
Una de las claves para afianzar el liderazgo es incrementar la habilidad de persuadir a la gente. Hay que pensar que la persuasión no es una simple cuestión verbal (o de argumentos) que busca cambiar el parecer de alguien. Hay que considerar esta cuestión desde una perspectiva más amplia, que no es nueva, que ha estado rondando por cientos de años y sobre la que no se reflexiona mucho.
Los puntos básicos los encontramos en "La Retórica" de Aristóteles. Son los tres pilares de la persuasión. Juntos nos permiten persuadir a las personas completamente, acercarlas a nuestra visión y convencerlas para que nos sigan. Si alguno de estos pilares falla, sería como sentarse en un taburete de tres patas, al que le falta una. Se entiende bien la metáfora, ¿verdad?
Los tres pilares básicos de la persuasión, y, por tanto, del liderazgo, son lo que podemos llamar: Logos -o lógica-, Pathos -o pasión- y Ethos -o ética-.
Los dos primeros, Lógica y Pasión, son claves y el tercero tiene extraordinaria importancia y es imprescindible. Es decir, para dominar el arte de la persuasión, hay que tener:
1. Lógica: La visión, las ideas, los mensajes, deben tener sentido para la persona a la que se dirigen, para las personas que siguen al líder (y para aquellas que se pretende que le sigan). ¿Cómo hacerlo?
- Visión. ¿Tiene el líder la visión del lugar donde quiere ir? ¿Tiene ese destino en su mente? Si desea que las personas le sigan, el líder necesita tener una Visión, un resultado final al que apuntar.
- Claridad. ¿Su "visión" es clara? ¿Puede ser explicada con facilidad? ¿Es lo suficientemente simple como para "prender" en el corazón de la gente? ¿Tiene sentido?
- Comunicación. ¿Puede comunicar su visión de manera tal que sea comprendida y que motive? ¿La comunica con la suficiente regularidad como para que su lógica "cave hondo"?
- Estrategia. La estrategia del líder para llegar a su meta debe ser lógica para sus seguidores. ¿Tiene sentido para ellos seguirle en este viaje hacia su "visión"?
2. Pasión: Las personas subestiman el poder de la pasión. Hoy, más que nunca, estar apasionado acerca de la Visión –el mensaje- del líder está íntimamente ligado al concepto de persuasión.
Ya sea por que vivamos en la era moderna, o según algunos sociólogos en la post-moderna, las personas son persuadidas cada vez menos por la lógica o la razón, y cada vez más por la pasión. Vivimos en una era donde las imágenes y la música mueven a las personas mucho más que la razón. Por ejemplo, pensemos en la manera que son vendidas las cosas hoy. Los conceptos de la publicidad –que son pasión- ayudan a la persuasión del líder.
¿Entonces qué? ¿Debemos desechar la lógica? Ciertamente no. Debemos considerar que la “pasión” es extremadamente importante. Posiblemente más que la “lógica”. Esta situación, a poco que se analice -y se reflexione- la realidad discursiva de los líderes mundiales, vemos que es una tendencia creciente –el fenómeno Obama es uno de los ejemplos-.
Estar apasionado con la propia “visión” es esencial. Esto es lo que "se nota" cuando el líder habla de ella.
Las personas desean saber que el líder está apasionado con su visión, con su mensaje, con sus ideas básicas. Si él no está apasionado o no demuestra su pasión, entonces..., ¿por qué van a estarlo los receptores de su mensaje? La “visión” del líder –la idea contenida en el mensaje- debe ser apasionadamente motivante. Después de todo, el líder está pidiendo a las personas que se alineen detrás de él y que den todo –especialmente su confianza- para ayudarle a llegar a la meta. Se necesita ser apasionado para movilizar a las personas y, cuanto más grande sea la visión, más pasión se necesitará para alcanzarla. (Creo que Bono explotaba muy bien este recurso en sus “modos” de expresión).
3. Ética: Este, según creo, es el más importante de los tres pilares. Es lo que más se valora en los líderes modernos. Ética, integridad, carácter, buen talante... Da igual cómo lo llamemos. Las personas observan y están constantemente juzgando las acciones y actitudes de los líderes. Una persona, un líder, puede tener enormes habilidades, toda la lógica y la pasión del mundo, pero si sus seguidores ven un defecto en su carácter... se irán en otra dirección. Esto no debe malinterpretarse; no estoy hablando de errores. Los seguidores permiten la equivocación, incluso la comprenden y la perdonan, pero no le perdonarán un carácter débil y una actitud no ética. (Se puede recordar los tiempos de la corrupción o de la guerra de Irak).
Un líder (y cualquiera de nosotros también!) debería preguntarse regularmente: ¿Soy honesto? ¿Soy aquello que digo ser? ¿Hago aquello que es correcto? ¿Soy responsable? ¿Soy de igual manera "a puertas cerradas" que en público? ¿Soy una persona íntegra? Estas son preguntas muy importantes. El modo en que las personas las respondan, determinará el grado de seguimiento que obtendrá de ellas.
La lógica, la pasión y la ética son los tres pilares de la persuasión. Por tanto, para afianzar la posición de liderazgo, hay que manifestarse permanentemente ante los demás como una persona que posea una “visión” –un mensaje, una idea- lógica y bien articulada, combinada con una búsqueda “apasionada” . Con esto se estará en condiciones de persuadir a las personas para que alcancen la meta del líder (la de su organización u otra). La clave para afianzarse como líder vendrá dada por su carácter. Si desarrolla un alto nivel de ética, tendrá los pilares completos y sobre ellos crecerá... un gran líder.
Conclusión:
a) Esto hay que contarlo. El líder debe estar expuesto ante la gente con una estrategia definida en la que no se noten ausencias, en la que los medios se diversifiquen y en la que el mensaje se repita.
b) A la oposición hay que tenerla entretenida permanentemente con los contramensajes y no dejarla que crezca. Es decir, alguien tiene que contrarrestar permanentemente los mensajes del líder –o lideresa- y poner de manifiesto que le falta “lógica”, “pasión” y “ética”.
(Dedicado a mi buen amigo Enrique Martínez de la Casa)

lunes, 1 de septiembre de 2008

LIBROS QUE CAMBIARON MI VIDA


Cada libro es un paso más, una ventana que se abre, una mirada al mundo, pero en modo alguno es una revolución que lo cambie todo, cambian algunos matices y ayudan a enriquecerte con la experiencia de lo que se dice, de lo que se lee, de lo que se vive.
Libros que han supuesto un antes y un después:
La cartilla, el rayas 1º, 2º y 3º, en los que me enseñó a leer mi madre antes de ir a la escuela. Esos cambiaron mi vida. Mi abuela firmaba con el dedo, mi abuelo había aprendido a dibujar, que no a escribir, su firma; mi madre había aprendido a leer casi sola. Ella me enseñó a leer y me dio la vida, una vida tan importante como la que me había dado antes. Por eso, creo que las cartillas y mi madre-maestra me dieron la vida.
Luego ha habido detalles: El primer libro con tapas que hojeé fue La Iliada, que estaba en la troje de mi abuela, no sé cómo pudo llegar allí ese único libro y un mapa. Leí muchas cosas que no comprendía, pero empezó a sonarme Aquiles y Patroclo y Agamenón y “la de los rosados dedos”, que yo no lograba entender, porque mi mente no estaba hecha a la metáfora.
El primer libro de poesía que leí fue uno de Rubén Darío. Si de La Iliada no entendía nada, del de Rubén Darío, mucho menos. Pero leía y leía, aunque no entendiese. Y leía en voz alta, porque a mi abuelo le gustaba que le leyese.
Estoy seguro de que no entendía nada, pero se moría de gozo de escucharme leer, algo que él no podía hacer. Ahí me debió entrar el poso del ritmo, de la palabra, de la poesía.
Luego ha habido muchos libros: Siendo jovencito leí con una novieta romántica de esas que se tienen a los 16 años, Cumbres borrascosas. A ella le apasionaba Heatclif y a mí me parecía odioso. No sé si fue por ese desencuentro o por los 16 años, pero vimos que algo no funcionaba y lo dejamos.
Las Rimas de Bécquer, es un libro que está en la memoria. Son los poemas aprendidos, casi una ideología adolescente. Yo escribí muchas rimas.
Me hicieron ver un mundo de contraste, las novelas de adulterio, Ana Karenina, Madame Bovary y La Regenta. Las dos primeras las leí un verano antes de cumplir los 18, muy pronto a mi entender, pero lo que pasaba en la novela era tan diferente a lo que pasaba en el pueblo. Recuerdo que una mañana llegó mi abuelo diciendo que había habido divorcio, vamos que uno se había encontrado a su mujer con otro. Cosas que algún día, si tengo tiempo, contaré.
Más tarde vinieron Quevedo y Valle Inclán y El Manifiesto Comunista y los libros comprometidos que me traje de Francia jugándome el bigote.
Ya con formación, fue Rayuela el libro que me brindó muchos mundos, una forma de narrar, otro horizonte, y El libro de Manuel y El túnel y Sobre héroes y tumbas, y La Ciudad y los perros, El sexto de Arguedas, y César Vallejo y Blas de Otero, Ángel fieramente humano.
Son hitos que están ahí, como están los artículos de Umbral y alguna de sus novelas y las novelas de Marías o la poesía de Almudena Guzmán. Pero eso es ya menor, es lo cotidiano.