lunes, 1 de septiembre de 2008

LIBROS QUE CAMBIARON MI VIDA


Cada libro es un paso más, una ventana que se abre, una mirada al mundo, pero en modo alguno es una revolución que lo cambie todo, cambian algunos matices y ayudan a enriquecerte con la experiencia de lo que se dice, de lo que se lee, de lo que se vive.
Libros que han supuesto un antes y un después:
La cartilla, el rayas 1º, 2º y 3º, en los que me enseñó a leer mi madre antes de ir a la escuela. Esos cambiaron mi vida. Mi abuela firmaba con el dedo, mi abuelo había aprendido a dibujar, que no a escribir, su firma; mi madre había aprendido a leer casi sola. Ella me enseñó a leer y me dio la vida, una vida tan importante como la que me había dado antes. Por eso, creo que las cartillas y mi madre-maestra me dieron la vida.
Luego ha habido detalles: El primer libro con tapas que hojeé fue La Iliada, que estaba en la troje de mi abuela, no sé cómo pudo llegar allí ese único libro y un mapa. Leí muchas cosas que no comprendía, pero empezó a sonarme Aquiles y Patroclo y Agamenón y “la de los rosados dedos”, que yo no lograba entender, porque mi mente no estaba hecha a la metáfora.
El primer libro de poesía que leí fue uno de Rubén Darío. Si de La Iliada no entendía nada, del de Rubén Darío, mucho menos. Pero leía y leía, aunque no entendiese. Y leía en voz alta, porque a mi abuelo le gustaba que le leyese.
Estoy seguro de que no entendía nada, pero se moría de gozo de escucharme leer, algo que él no podía hacer. Ahí me debió entrar el poso del ritmo, de la palabra, de la poesía.
Luego ha habido muchos libros: Siendo jovencito leí con una novieta romántica de esas que se tienen a los 16 años, Cumbres borrascosas. A ella le apasionaba Heatclif y a mí me parecía odioso. No sé si fue por ese desencuentro o por los 16 años, pero vimos que algo no funcionaba y lo dejamos.
Las Rimas de Bécquer, es un libro que está en la memoria. Son los poemas aprendidos, casi una ideología adolescente. Yo escribí muchas rimas.
Me hicieron ver un mundo de contraste, las novelas de adulterio, Ana Karenina, Madame Bovary y La Regenta. Las dos primeras las leí un verano antes de cumplir los 18, muy pronto a mi entender, pero lo que pasaba en la novela era tan diferente a lo que pasaba en el pueblo. Recuerdo que una mañana llegó mi abuelo diciendo que había habido divorcio, vamos que uno se había encontrado a su mujer con otro. Cosas que algún día, si tengo tiempo, contaré.
Más tarde vinieron Quevedo y Valle Inclán y El Manifiesto Comunista y los libros comprometidos que me traje de Francia jugándome el bigote.
Ya con formación, fue Rayuela el libro que me brindó muchos mundos, una forma de narrar, otro horizonte, y El libro de Manuel y El túnel y Sobre héroes y tumbas, y La Ciudad y los perros, El sexto de Arguedas, y César Vallejo y Blas de Otero, Ángel fieramente humano.
Son hitos que están ahí, como están los artículos de Umbral y alguna de sus novelas y las novelas de Marías o la poesía de Almudena Guzmán. Pero eso es ya menor, es lo cotidiano.

4 comentarios:

Menosquemarx dijo...

De libros parecidos, cuando no los mismos, vidas paralelas (que también fue un buen título).
Leí Rayuela en París. Yo estaba allí, aquel mes, con La Maga. Luego, con el tiempo, la perdí, ya para siempre.
Por si acaso, en mi recuerdo de Homero 'eos', la aurora, era en mi traducción 'la de rosáceos dedos'.

Enrique M. de la Casa dijo...

Jo. Nada que ver con vuestros primeros libros. Los míos eran todos, todos, de Julio Verne. Luego ya coincidimos prácticamente en todos. Aunque yo llegué a la adolescencia de la mano de Juan Goytisolo, Blanco White y Alfredo J Ramos poeta que en mi tierna adolescencia me restregaba por los morros aquel accésit del Adonais.

Quique dijo...

Mis primeras lecturas también han sido muy distintas y, porque no reconocerlo, de menor categoría. Yo me inicié en la lectura con la colección de Los Cinco, de Enid Blyton. Después Momo, El nombre de la rosa, La sonrisa etrusca... Sólo coincido en una, La Ciudad y los perros, para mí el mejor libro de Vargas Llosa.

Anónimo dijo...

El primer libro que leí fue El fantasma azul de Joseph Mª Velter. Me llamaba la atención que en un monasterio tibetano desayunasen tocino salado y te al estar acostumbrado yo a hacerlo con café con leche. El el reverso tengo apuntado la fecha en que terminé de leerlo, fue el 11/10/1964. Lo tengo a tu disposición amigo Antonio.