Soy un apasionado del lenguaje. Es la
herramienta más completa para comunicarnos bien. El buen lenguaje se aprende y
se enriquece a lo largo de la vida. Los padres somos responsables en buena
medida del lenguaje que utilizan nuestros hijos. Yo siempre me sentí muy
responsable en todas sus etapas de aprendizaje con los míos. Creo que hoy se
expresan extraordinariamente bien.
En
este artículo soy deudor de muchas fuentes, que no citaré por no ser este medio
un contexto académico, sino uno de pura divulgación de ideas. El campo es
amplio y cualquiera puede indagar. Con estas palabras lo único que pretendo es
abrir los ojos a quien me lea y echar una mano para que sus hijos dominen una herramienta
que nos hace seres sociales, comunicativos y gozosos: la lengua hablada y
escrita.
El
lenguaje que los niños utilizan se basa principalmente en aquello que escuchan
en sus hogares, que es donde comienza su aprendizaje y su socialización. Por lo
tanto, los padres somos los primeros "modelos
lingüísticos" de nuestros hijos. Como tales,
podemos crear un entorno que enriquezca su
vocabulario. Un ambiente "rico
en palabras" se construye desde las
conversaciones que se tienen, hasta los programas de televisión que se miran.
Aunque también pueden utilizarse recursos más directos, como por ejemplo:
Hablar. No requiere explicación alguna.
Hablar de diversos temas con los hijos es esencial. En el silencio no hay
léxico ni nuevo ni viejo.
Leer y hacer leer: si
el padre y/o la madre leen, es muy
probable que sus hijos también lo hagan. Los padres pueden estimular la lectura
en sus hijos regalándoles libros, compartiendo los suyos, comprando el
periódico regularmente, etc... La
lectura es una de las mejores maneras de ampliar el vocabulario. Una de sus
ventajas es que permite aprender nuevas palabras en su contexto. Si se
desconoce una palabra, se puede intentar descubrir su significado utilizando el
texto que la rodea. Ya se trate de un cuento, un artículo en una revista, las instrucciones
de un juego o los carteles en la calle, todos los formatos ayudan a un niño a
incorporar nuevas palabras. De todos modos, es importante que se lean
materiales que desafíen el vocabulario de uso habitual del niño. Es preciso ir
sumando palabras. Por ejemplo, si los niños sienten cercanía por el deporte y
siempre leen la sección deportiva del periódico, estimúlelo a que lea el
suplemento de espectáculos o el de salud.
Llevar un diario de palabras: ¡qué importante para aprender y para ser metódico es trabajar con los
niños en su diario de palabras! Escribir una palabra ayuda a recordarla
y reforzarla. Enseñen a sus hijos a llevar un "diario de palabras"
que es -simplemente- un cuaderno –conviene que tenga alguna singularidad y que
se reconozca y valore como algo valioso y diferente- que utilizará para tomar
nota de aquellas palabras que no conozca. Escribirlas les permitirá practicar
la ortografía, recordar el uso del término y -además- medir la evolución de su
vocabulario.
Utilizar el diccionario: el
diccionario debería ser el libro más popular del hogar. Procure tener en su
casa uno que sus hijos puedan utilizar y foménteles el hábito de consultarlo
regularmente. Sé que tenemos posibilidad de búsqueda en Internet, pero manosear
un diccionario es algo más que el pantallazo de una palabra concreta.
Consultar un tesauro: es un diccionario que agrupa términos según
"familias de significados". Funciona como un
"catálogo" de palabras. Un tesauro es muy didáctico para un niño, por
lo que todo padre debería enseñar a su hijo a utilizar uno. Estos diccionarios
ayudan a memorizar las palabras, ya que resulta mucho más fácil recordar un término
por asociación con otro que en forma aislada. Por ejemplo, la búsqueda de la
palabra "fábrica" puede disparar otras palabras como
"robot", "depósito", "taller", "cadena de
montaje", etc... Es un paso más que complementa al diccionario.
Conocer la etimología: la mayoría de las palabras derivan de otras.
Conocer las raíces griegas y latinas permite "adivinar" el
significado de algunos términos, incluso antes de buscarlos en el diccionario.
Procure tener un diccionario etimológico en su casa y enseñe a su hijo a
utilizarlo. Es más específico pero es muy útil porque, además de la palabra,
nos enseña toda la vida que hay detrás de ella.
Navegar en Internet: es una forma alternativa de lectura que un
niño puede utilizar para desarrollar su vocabulario. De acuerdo con los
intereses de sus hijos, ayúdelos a encontrar materiales que puedan leer. A
Internet hay que acercarse de forma crítica y selectiva. Internet debiera ser
algo en manos de los padres para enseñar a los hijos y no solo un
descubrimiento de los hijos, que terminan por superar bien pronto a los padres
en su uso. Otro recurso muy práctico son las suscripciones. Puede suscribirle a
servicios que envían todos los días una palabra por correo electrónico, con la
explicación, la etimología, el uso, etc... De esta forma, su hijo mejorará
diariamente su vocabulario. En la página elcastellano.org
hay un recurso excelente.
Jugar: difícilmente exista un modo más fácil -y motivador- de
enseñar algo a un niño que jugando con él. Las palabras cruzadas -por ejemplo-
son una excelente manera de ampliar el vocabulario. También son de ayuda
entretenimientos como la sopa de letras, los criptogramas, o juegos de mesa
como el popular "Scrabel" o el juego tan en boga de móviles “Apalabrados”.
Otra opción es realizar juegos en familia. Consideren las siguientes
propuestas:
- En el "juego de las preguntas"
una persona piensa en una palabra que los demás participantes deben adivinar
con la ayuda de una cantidad determinada de preguntas. Puede preguntarse el
color; si es un animal, vegetal o mineral; si hay uno en la casa; etc...
Pregunta por pregunta, se va reduciendo el campo de posibilidades.
- Otro conocido juego se basa en escribir palabras de determinadas categorías o
"familias" (por ejemplo, animales, marcas, comidas, ciudades,
etc…) Se elige al azar una letra del alfabeto y los participantes deben
escribir la mayor cantidad de palabras que comiencen con esa letra en cada
categoría, en un fragmento de tiempo limitado.
- Otra opción es el "juego del paseo": lleve a sus hijos a dar
un paseo y proponga "nombremos todo aquello que veamos que comience con la
letra B", o "nombremos todo aquello que veamos color azul";
etc...
- Por último, un recurso divertido son las rimas. Por ejemplo, una
persona dice "estoy pensando en una parte del cuerpo que rima con
corazón" y las demás deben responder (riñón, pulmón, etc...) O se
pueden pedir palabras que rimen con una en particular: ¿qué palabras
riman con "vaca"?; etc...
Conversación y Escritura: para
sentirse cómodo con una nueva palabra, es fundamental que un niño la utilice,
incorporándola a su escritura y a sus conversaciones. Esta también es una
manera de practicar la dicción y la ortografía. Memorizar una lista de términos
no es suficiente, porque -bajo ese método- las palabras no se vuelven parte de
su vocabulario, sino que se perciben como algo extraño. Para internalizarlas,
es preciso escucharlas y leerlas regularmente. Las conversaciones y mensajes de
los padres a sus hijos son muy influyentes. Si usted habla y escribe siempre
con las mismas palabras, resultará más difícil -y menos motivante- para sus
hijos incorporar nuevas.
Todas
estas actividades apoyan la educación que su hijo recibe en la escuela, pero
desde otro enfoque. Lo importante de estas técnicas es que el niño no las
perciba como algo formal (como los ejercicios de la escuela), sino que se
divierta haciéndolas.
Cada
palabra que su hijo aprende a comprender y a utilizar apropiadamente se
incorpora a sus habilidades cognitivas y amplía su capacidad de aprendizaje y
razonamiento. Las palabras se utilizan para comunicar ideas. Por lo tanto,
mientras más palabras poseamos en nuestro vocabulario, más -y mejores- ideas
podremos comunicar. Además, adquirir nuevas palabras nos permite ganar control
sobre nuestro proceso de aprendizaje y sobre nuestra creatividad.
Todos
conocemos la frustración de no tener la palabra correcta en el momento en que
la necesitamos. Igual de frustrante es leer un texto y encontrarnos con
términos cuyos significados desconocemos. Esto -que le sucede hasta al más
experimentado escritor- con más razón le ocurre a un niño, cuyas limitaciones
de vocabulario son más amplias. Por ello, es fundamental comenzar a
desarrollar el vocabulario a una temprana edad.
Un
vocabulario amplio y preciso es una de las principales herramientas para tener
buenas conversaciones y una correcta escritura. ¿No
es ésta una excelente forma de enriquecer a su hijo?