martes, 22 de abril de 2008

AMOR CON RAÍCES EN EL TIEMPO

Mis ojos, aunque los tenga cerrados, no se paran a mirar sino donde estás tú. No lo entiendas como amor en exceso. Solo es amor. Acaso atesores las propiedades que los sabios dicen que adornan al imán. Y tú eres la luz que atrae. Yo solo sé que mis ojos van adonde tú vas; no van, los llevo. Se mueven conforme tú te mueves. Son como un epíteto, siempre con tu nombre, como un atributo, siempre contigo, sujeto de mi oración copulativa. Un tizón ardiendo, que no quema, me saca el alma por los ojos para ver reír el jardín mientras las nubes lloran. El amor crece con tiempo, no nace en una hora, no es chispa ni relámpago, sino leve palabra y lenta caricia que propagan despacio la llama y la fuerza compenetrante se afianza con el pasar de las noches y los días, de los silencios, como la planta que echa sus raíces en una tierra dura y pedregosa que vive y se sustenta con lo mínimo.
Así es mi amor: la prolongación de tu mano o tu mirada.

viernes, 18 de abril de 2008

ELEGÍA A LISARDO


Este bloger está naturalmente triste. Se ha muerto naturalmente el padre . Al buen hombre le han podido el peso de la edad y los alifafes propios de la afanosa vida. Su alma descansa entre los surcos, que es donde mejor duermen los espíritus de quienes siempre han amado la naturaleza. El flamenco le hacía llorar. Valderrama, ni te digo. No paraba de cantar, sobre todo cuando las faenas del campo permitían tranquilad en la garganta: en la trilla, en el carro, en la arada… Cante y trabajo, cosas de antes. Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando. Estoy entero y veo la muerte de mi padre como el fin esperado nada angustioso, emocionalmente intenso pero no doloroso. No quiero ser llorando el hortelano, pues nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar… la de mi padre irá a dar a un trigal, a un océano de amapolas, a la sombra de los olivos… o volverá a su huerto y a su higuera por los altos andamios de las flores. Y si por ahí no se le encuentra que le busquen en el llanto y en la risa, en la fuerza del viento, en el furor de la tormenta o en el suave arrullo de la brisa. Este canto elegiaco es propio de quien tiene el cuerpo para pocos aspavientos y lo emotivo deja filtrar más bien poco lo razonable y entonces sale lo que sale: la metáfora. La realidad es que mi padre está en donde ya no se mira nunca atrás, rodeado de sus amigos en presencia o en ausencia. Yo en cambio sí vuelvo la vista atrás para dejar pasar con pie ligero los retazos de una vida sin enjuiciarlos. El día de los fastos, es decir lo que adorna la "vida" del muerto en cuerpo presente, trajo la burocracia, el papeleo, la apariencia, el rito… pero eso ya es convención, no es esencia. Aquí la única verdad es la de la vida –los que escribimos y los que leéis- y la muerte –mi padre. Esta entrada es de agradecimiento a quienes han tenido un pensamiento positivo para quien ya descansa entre la tierra abierta al cielo de "Herrera" y especialmente para las personas que han compartido la emoción con la familia de Lisardo, mi padre.