martes, 26 de junio de 2012

SONATA DE HASTÍO

(Columna publicada en noticiasdigital.es)

Qué sofoco! Se mueren los peces en el río Tajo a cientos a los pies mismo de Toledo y nadie oxigena el agua, solo se lanzan cieno y palabras a la cara unos a otros. Yo les lanzaba a todos ostras, ostras pasadas, con olor a pescado ido.Las ranas están mal de la garganta y no croan por estos lares. No hay médico ni veterinario que las atienda hasta el año que viene, por lo visto. ¡Cosa de los recortes! El provincianismo reina y resucita la “reserva espiritual de occidente”. El Ayuntamiento de un lugar de La Mancha, del que me da vergüenza acordarme, ha impedido que el cantante Javier Krahe actúe en un espacio municipal por presiones de un grupo de ciudadanos ultracatólicos, según cuentan las crónicas en los medios. ¡Rediós! y qué locuras hacen con sus decisiones estos ¿demócratas? Que no, que el ayuntamiento no daba la llave del lugar, porque no le salía de sus pías convicciones, pues el tal Krahe debía tener rabo y cuernos (en el sentido de la literatura mefistofélica). Sí, eso pasa hoy en los dominios de la dueña política de estos pagos. Al final alguien deshizo el tuerto y el famélico Krahe cantó en una discoteca, pero ese era ya un bien privado y no una dependencia de los hijos de Dios municipales. ¡Don Ramón María del Valle-Inclán! resucite usted y tome notas para esta sonata de hastío. La calle se vuelve un gentío de lamentos ¿Qué pasa? Que ha dicho el ama que se cierren las escuelas de los pueblos, que eso es mucho gasto, que tanto maestro para diez niños deja en el arca menos rendimiento que una perdiz volando. Se encierran madres y padres y se abren la ropa en espera de la bala del cierre. Cierra las escuelas quien ignora el sentido de la espiga sin saber que los maestros enseñan a los niños una luz maravillosa que viene del monte. Claro, que no me queda más que acordarme de Lorca, ahora que se ha descubierto que tenía un novio de Albacete, y decir con él que “lo que llega es una reunión de cloacas donde gritan las oscuras ninfas del cólera”. ¡Qué esfuerzo el del caballo por ser perro! Si muere el hombre, un paciente menos, una cura menos, un montón de recetas menos, una pensión menos. Eso va a pasar de una manera fuerte. Los números nos dicen que la esperanza de vida ha cambiado la tónica habitual de los últimos años, que era al alza. Esperanza de vida a la baja. Este indicador está considerado como un reflejo de la salud y el bienestar de una población. Así vamos, deslizándonos por la pendiente. ¿Eso no es política? Con las atenciones y citas que se empiezan a barajar, habrá muchos enfermos que no las necesiten; cuando les toque, serán ya carne de esquela. Esperanza de vida y vidas sin esperanza. Hastío. Sonata de hastío. Esto es lo que los sapos y las ranas oímos por los humedales de provincias. Los sapos y las ranas no creemos en ninguna verdad, ni en la nuestra, pero esto es lo que nos llega con la brisa que mueve las hojas de los chopos. Arquitecturas de escarcha, que alguien llama gobernantes, vuelan como brujas en las noches sin luna con el saco lleno a lomos de su escoba de beleño. Hastío, Bradomín, hastío.

domingo, 17 de junio de 2012

Mensaje del silencio


En el silencio solo se escuchaba un susurro de abejas que sonaba. El silencio. La armonía de las esferas. La música callada. El silencio también es el mensaje. No es impenetrable el silencio, como lo era el rostro de Marlon Brando. No es posible "no comunicar". La incomunicación no existe. El silencio es un signo, un conjunto de signos e incluso un sistema. Aún cuando no decimos nada, estamos comunicando. El silencio siempre significa algo. Pero, la actitud frente al silencio no es la misma en todas las culturas. En la ruidosa cultura española el silencio parece cosa de locos o de raros.
Parece que nosotros tendemos a creer que es preciso decir algo, aunque no se tenga nada para decir. Hablar es siempre mejor que quedarse callado. Simepre recordaré la anécdota de Rulfo y Sábato. De admiraban. Deseaban conocerse. Coincidieron en un viaje en autobús. Se sentaron el uno junto al otro y realizaron el viaje en silencio. No se diejron nada. En Japón las personas opinan que -como el silencio tiene un significado- hay que respetarlo y no exigir de él un mensaje inmediato. Estoy con los japoneses. Hay ocasiones en las que es mejor el silencio que las palabras. Si esto lo llevamos a la vida pública... ¡Hay que ver la de tonterías y sandeces y mentiras que se dicen en la vida pública! ¡Cuánto mejor el silencio!
Pensamos en general que algo (un mensaje) siempre es mejor que nada (un silencio). Hablar, hablar, hablar a veces tiene menos mensaje que el silencio. Esperar en silencio, no forma parte de nuestras comunicaciones frecuentes. Para un japonés, en cambio, esa "nada" puede convertirse en "algo"... si se espera ¡pacientemente! Esta sutileza determina una actitud completamente diferente hacia la comunicación. Cuando no tiene nada para decir, un oriental no habla sino que espera. Se queda callado, porque confía en que aquello que aún no percibe se manifestará más tarde. Cree que -si tiene paciencia- el mensaje que aún no escucha, aparecerá.
Esta visión diferente de la comunicación surge de una diferencia cultural más profunda: para un occidental, el mundo es controlable en tanto se perciba (en este caso, un mensaje que se escuche). Esta actitud nos lleva a ser más intolerantes frente el silencio y a creer que nuestras palabras nos permiten influir en los demás. Por su lado, un japonés piensa que gran parte de la realidad no puede ser controlada, se perciba o no. Para su cultura, hablar no garantiza el control de una situación. Esta creencia, hace que se valore mucho más el silencio.
La ansiedad por un mensaje no respeta los tiempos y silencios de nuestro interlocutor. Nuestro estilo de comunicación puede resultar demasiado exigente para un japonés... y para muchos de nosotros también. Permanecer en silencio -o hablar de cosas no relevantes- puede parecernos una pérdida de tiempo, pero permite identificar las reacciones emocionales de nuestro interlocutor, evitarlas y descubrir su verdad, su verdadero mensaje. Es decir, a través de una concesión en el diálogo, se obtiene un mensaje mucho más real e importante.   No debemos forzar ni un mensaje nuestro ni exigirlo a los demás. Pienso que es importante la actitud "a la japonesa" para comunicarnos mejor y con más verdad y autenticidad.
Paciencia y respeto. Paciencia y respeto ante el diálogo. Pero muy especialmente, tengamos paciencia y respeto hacia el silencio. Cuanto más tiempo concedamos a la otra persona, más profundo y valioso resultará su mensaje. Tener paciencia ante el silencio es una poderosa enseñanza que nos da la cultura japonesa. Esto nos puede servir de gran ayuda en esta sociedad de la palabrería hueca en la que nos estamos moviendo y la cultura o la ética del silencio bien la podemos aplicar en todas nuestras comunicaciones, con especial atención a las personales.

domingo, 3 de junio de 2012

LEER PENSAR LEER PENSAR

Leer. Enseñar a leer. Leer no es silabear, no es pasar la vista, no es solo divertirse. Leer es dominar una herramienta poderosa: el lenguaje, y un sistema de relaciones: el mensaje y la comunicación.

Este texto, compuesto de acarreo de experiencias y lecturas, bien vale para quien tenga en casa a alguien que se inicie en la lectura de libros. También para quien se acerca a un texto, solo a un texto, a cualquier texto. Para las gentes de aula este escrito supone una reflexión más que añadir a la cartera de su experiencia pedagógica.

Hablemos de lectura. Leamos, Aprendamos a leer, pero aprendamos bien. Por doquier encontramos técnicas, cursos y métodos para hacer más eficiente nuestra lectura. La principal limitación de la mayoría de estas herramientas es que se concentran en el "durante" de la lectura y olvidan dos momentos igualmente importantes: el antes (la preparación) y el después (la evaluación). Esto ocurre porque no comprenden que la lectura es un proceso, no un acto.

La lectura es un proceso que consta de cuatro etapas:

 1. Clarificación de objetivos.

Antes de comenzar a leer un texto, deberíamos preguntarnos: ¿Por qué leo este texto? ¿Por placer, o con un fin informativo determinado? ¿Qué deseo saber con esta lectura? ¿Para qué utilizaré la información que obtenga? Conocer el objetivo de nuestra lectura nos ayudará a orientar nuestra atención hacia los aspectos relevantes del texto. Tengamos presente que una cosa es aquello que el autor quiso señalar como más significativo y otra aquello que nosotros buscamos. Leer un texto sin los objetivos claros es desperdiciar esfuerzos, porque cuesta mucho más encontrar aquello que no se busca.

Después de clarificar aquello que deseamos saber, necesitamos determinar la cantidad de información que buscamos: ¿Cuánto quiero saber? ¿Cuánto sé de este tema? ¿Qué nivel de detalle busco? ¿Aspiro a un conocimiento superficial y general, o a uno profundo?

Posiblemente, hoy hemos leído materiales tan diversos como un diario, un informe, un anuncio publicitario, la correspondencia, mensajes de correo electrónico, etc... ¿Los leímos todos de igual manera? ¿A la misma velocidad? ¿Con el mismo nivel de detalle? Seguramente, no. Leemos las cosas de modo diferente, porque lo hacemos con propósitos diferentes. Sin embargo, muchas veces hacemos esto de forma inconsciente. Para mejorar nuestra lectura, tenemos que hacer consciente y sistematizar el proceso de búsqueda y clarificación de propósitos.

2. El mapa conceptual.

Tal como un mapa geográfico nos ayuda a movernos en un territorio, un mapa del texto nos ayuda a orientarnos mejor en el material y a reconocer sus señales. Para construir este mapa, debemos encontrar ciertas referencias. Podemos ayudarnos a descubrir estas referencias leyendo en el siguiente orden: el índice (si lo hubiera); los títulos y subtítulos; la introducción; la conclusión y el resumen; el primer y último párrafo; y la primera y última oración de cada párrafo. En estos lugares suele presentarse lo más relevante del material. En cada porción de texto, busquemos: palabras que se repitan a menudo, subrayadas o en cursiva, estadísticas, glosarios, tablas, cuadros e imágenes y términos cuyo significado desconozcamos.

Antes de terminar esta etapa, tomemos el índice, los títulos y subtítulos y transformémoslos en preguntas. Por ejemplo, transformemos el título "Cómo lograr que la economía prospere" en "¿Cómo lograr que la economía prospere?". Guardemos las preguntas resultantes para la etapa de revisión.

La etapa de formación del mapa conceptual nos ayuda a comprender la distribución del material en el espacio, a ver dónde está aquello que queremos saber y cómo se presenta.

 3. Lecto-escritura.

Escribamos mientras leemos. Para hacerlo con una mayor efectividad, procuremos "personalizar" las notas, marcando aquello que nos genere una reacción: que nos sorprenda, que nos maraville, que no comprendamos, con lo que no estemos de acuerdo, etc...

Construyamos una "nomenclatura" personal, donde cada subrayado, signo, abreviatura, etc... signifique algo específico para nosotros. También podemos ayudarnos con palabras indicadoras como: "ejemplo", "importante", "conclusión", "cuidado", "resumen", etc...

Al marcar el material de lectura, procuremos ser selectivos y específicos. Antes de escribir, hagamos siempre la pregunta clarificadora de la primera etapa: ¿Qué estoy buscando? ¿Qué deseo saber?

Escribir contribuye a afirmar la información en nuestra mente, a recordar los puntos más importantes y a realizar una segunda lectura más rápida y mejor orientada. Además, el acto físico de escribir nos mantiene alertas y concentrados. Por lo tanto, para sacar más provecho de la lectura, escribamos: marquemos el material con subrayados, resaltados y notas al margen. Si no deseamos arruinar un libro -o estamos frente a un original ajeno- podemos fotocopiar el material y marcar la copia.

4. Evaluación.

Después de leer, necesitamos confirmar si encontramos aquello que buscábamos. Para ello, retomemos el ejercicio de las preguntas e intentemos responderlas, sin buscar la información en el texto. Tomemos una hoja y anotemos todo aquello que recordamos que responda a cada pregunta. La información que logremos recuperar nos dará una estimación de la efectividad de nuestra lectura. Reflexionemos también sobre el impacto de aquello que leímos: ¿Qué me interesó más? ¿Hay algo que no entendí? ¿Hay algo que quisiera ampliar? ¿Me sorprendió algún fragmento?

Si bien esta evaluación normalmente se realiza al final de la lectura, es conveniente hacerla en períodos intermedios, por ejemplo al finalizar cada capítulo en el caso de un libro.

Pensar para leer. Una lectura pensada.

Realizar a conciencia las diferentes etapas del proceso de lectura, sin duda implica tiempo. Esto podría llevarnos a pensar que este tipo de lectura es muy "lenta" para ser efectiva. Sin embargo, no se trata de utilizar más -o menos- tiempo... sino de distribuirlo de modo diferente. Lo más efectivo es el empleo de la menor cantidad de tiempo en la lectura propiamente dicha y la mayor cantidad en la reflexión personal sobre la lectura.

Ver la lectura como un acto nos lleva a creer que -para leer un texto- es suficiente con sentarnos frente a él y comenzar a recorrerlo con la mirada. Pero leer es mucho más que "pasear" la vista por un texto.

Si deseamos sacar más provecho de nuestra lectura, debemos dejar de verla como un acto y comenzar a verla como un proceso. Al hacerlo, no nos concentraremos exclusivamente en el papel de nuestros ojos, sino que comenzaremos a preocuparnos por el de nuestra mente. Entonces, pasaremos de la lectura visual... a la lectura pensada.

Este ejercicio de lectura pensada es bueno para aprender y para hacer una lectura profunda y reflexiva. Una vez que nos hemos acostumbrado a leer reflexionando también adquirimos rapidez mental y de lectura y no necesitamos escribir mientras leemos. Espero que las personas que lean este blog y, especialmente, lo concerniente a lectura, además de deleitarse, saquen algún provecho.

No es poema es ¡gatillazo!


Equilibrada suavidad gobierna
la fragua en la que funde el dúctil hierro
y la mano no se quema.
La parusía es un verso sáfico
penetrando del bosque en la espesura
con la savia del poema.
El viaje: fabuloso. Inmóvil
en el vértigo. Canto de amapolas.
Suspiro. Vida suprema.
No quiero echar al vuelo la paloma
con tu nombre de fúlgidos volcanes
de mis dedos en la yema.
Náufragos de amor, en la miel de un hondo
abrazo trasmina un cálido aroma…
          ¡Ay! sáfica retórica…
Ni el gusto me viene a lomos de los ritmos.
Ni el verso surge refulgente de la pluma.
¡Por todos lo dioses! Sin medida
quede este aborto de poema,
que ni aborto es, pues es ¡gatillazo!...
¡Jajajajajajajajajajajajajajajajajaja!