miércoles, 26 de marzo de 2008

QUERIDO JULIO CORTÁZAR

CANADA DRY

Sé que me acordaré de un cielo raso donde las manchas de humedad eran un gato, un número, una mano cortada.
Sé que me acordaré del ruido de un water en alguna habitación lejana del hotel, su triste catarata de bolsillo, su inevitable recurrencia.
Chacun ses Madeleines, chacun ses Albertines
Serás por siempre imán de imágenes, las más turbias y vanas me traerás con el gesto que en la caliente oscuridad del cuarto era encender los cigarrillos del hartazgo, ver asomar nuestros desnudos cuerpos flanco a flanco.
Las más pequeñas turbias cosas, una uña lastimada que te dolía tanto, el triste rito de ir a lavarte y regresar, las servidumbres.
Tan sólo compartimos los bares y las calles antes de amarnos contra tres espejos: ¿qué más podría darme tu recuerdo?
Pero yo sé guardar y usar lo triste y lo barato en el mismo bolsillo donde llevo esta vida que ilustrará las biografías.
Ve, pequeño fantasma, el baño está ahí al lado, yo fumaré esperándote empezaremos otra vez.
El cielo raso dibuja un gato, un número, una mano cortada.

lunes, 24 de marzo de 2008

LAS SOLUCIONES CUANTO ANTES

Dos amigos se sentaron a comer pan con miel en la terraza de la casa de uno de ellos. Mientras miraban a la calle asomados, conversaban de sus cosas y reían como solo saben reír dos amigos que hablan. En un momento, el dueño de casa se distrajo y dejó caer unas gotas de miel sobre la baranda.
-Déjame limpiarlo, se ofreció su amigo.
-No te preocupes. No es nuestro problema. Ya lo limpiaré luego, dijo el que había dejado caer las gotas de miel.
Continuaron hablando y riendo y comiendo. Las gotas de miel de la baranda comenzaron a deslizarse hasta caer a la calle. El dulzor atrajo a una mosca, que se posó sobre la gotita de miel y comenzó a comerla. Inmediatamente, una rata salió de una alcantarilla y con su lengua se tragó la mosca. A los pocos segundos, un gato vio a la rata y saltó sobre ella como solo lo saben hacer los gatos cazadores de ratas. Luego, apareció un perro y atacó al gato.
-Parece que hay un perro y un gato peleando en la calle. ¿Deberíamos llamar a alguien para que detenga la pelea?, preguntó el amigo que quiso antes limpiar la gota de miel de la baranda.
-No te preocupes. No es nuestro problema, dijo el otro.
Los dos continuaron hablando y riendo y comiendo pan untado en miel. Entonces, llegó el dueño del gato y comenzó a pegarle al perro. Al poco, se presentó el dueño del perro y pateó al gato. En pocos segundos, ambos hombres estaban pegándose.
-Hay dos personas peleando en la calle. ¿No deberíamos detenerlas?, preguntó el que había querido limpiar la gotita de miel cuando se cayó en la baranda.
-No te preocupes. No es nuestro problema, volvió a repetir indiferente el amigo dueño de la casa. Durante los próximos minutos fueron llegando familiares del dueño del perro y amigos del dueño del gato y comenzó una pelea entre ambos grupos.
-Hay un grupo de personas peleando en la calle. Creo que deberíamos intervenir para poner un poco de paz y que entren en razón, sugirió esta vez el amigo que quiso limpiar la miel que había caído de la baranda al suelo. Nuevamente, el dueño de la casa dijo con un aire de despreocupación:
-No te preocupes. No es nuestro problema.
El tumulto era considerable. La policía llegó con sus coches que alarmaban con sus sirenas. Primero intentaron detener la pelea pacíficamente, pero finalmente se vieron en vueltos en la pelea rabiosa entre ambos bandos y terminaron absorbidos en ella. Y así continuó agravándose el conflicto, hasta que se rompieron escaparates, se incendiaron casas y negocios y muchas personas resultaron heridas. Hasta la propia vivienda donde los vecinos compartían su merienda, fue saqueada e incendiada.
Al caer la noche, ambos amigos miraban pensativos las ruinas de la casa.
-Creo que me equivoqué -reconoció el dueño, al que se le desprendía gruesos lagrimones viendo su casa quemada- Esas gotas de miel eran nuestro problema.

Este cuento tiene moraleja para cualquiera de los aspectos de la vida: con nuestra pareja, con nuestros hijos, en nuestro trabajo, allí donde quiera que estemos. El asunto es que, en ocasiones, la "no intervención" sólo contribuye a empeorar las cosas. ¿Cuántas veces nos sucede que dejamos pasar algo que pudo ser resuelto con una acción simple y luego se complica tanto que termina abrumándonos? Pues ¡¡¡tomemos nota!!!


(Si os ha gustado el cuento, dejad un comentario, que estimula mucho).

sábado, 22 de marzo de 2008

TODAS LAS SEMANAS SON SANTAS

Semana santa son todas las semanas, siempre que besamos con voluntad buena es semana santa, siempre que hacemos el amor es semana santa, siempre que creemos a pies juntillas a la persona que amamos es semana santa, siempre que comprendemos las acciones incluso las emociones de los otros es semana santa, cuando sonreímos a quien no ha tenido una palabra amable con nosotros es semana santa, toda vez que llamamos a un amigo para abrazarle con nuestra presencia es semana santa, cuando ayudamos sin orgullo y sin conmiseración es semana santa, cuando damos la mano sin esperar respuesta es semana santa y cuando nos dan la mano y se cruza con la nuestra es semana santísima, cuando perdemos el miedo porque tenemos fe en las personas es semana santa, cuando te dicen que no y no buscas ni preguntas el porqué es semana santa, cuando lees un libro es semana santa, cuando te leen unos párrafos en vez de hacerte una caricia es semana santa, cuando la verdad es la vida es semana santa. Y podemos seguir haciendo santas todas las semanas.

viernes, 7 de marzo de 2008

PARÍS, AMOR, PARÍS


París, amor, París.

Amor, París, amor.

Amor en París.

Siempre amor

y París en el corazón.

El horizonte al que miramos

nos une más que el tiempo que ya hemos caminado juntos.

La voluntad de ser "nosotros"

ha diluido el "tú" y el "yo"

y no ha dejado sombra de los "otros" ni entre los helados restos del invierno más glacial.

París, tu luz.

El tiempo nos vuelve a la sonrisa de un banco en la citè mientras comemos un yogurt.