miércoles, 9 de noviembre de 2011

10 ESTRATEGIAS DE MANIPULACIÓN

Estamos asisitiendo a la puesta en práctica de perversiones del mensaje, de la comunicación y de la información como jamás había pasado. Ya no es la demagogia o la propaganda ideológica lo que invade todo texto en todo medio, es un fenómeno universal de manipulación del que no se escapa nadie. Hay que ser muy lógico y leer, ver o escuchar con mucho sentido crítico para tener una idea objetiva de la realidad.
Hace tiempo mi maestro de Lingüística Generativa y pensador ético, Noam Chomsky, puso en claro un texto analítico sobre las 10 Estrategias de MANIPULACIÓN MEDIÁTICA. Las resumo en esta entrada por si pueden servir de ayuda para la objetividad de quien tenga ocasión de leerlas.

1. La estrategia de la distracción.
El elemento primordial del control social es la estrategia de la distracción, que consiste en desviar la atención del público de los problemas importantes y de los cambios decididos por las élites políticas y económicas, mediante la técnica del diluvio o inundación de continuas distracciones y de informaciones insignificantes.
La estrategia de la distracción es igualmente indispensable para impedir al público que se interese por los conocimientos esenciales en el área de la ciencia, la economía, la psicología, la neurobiología y la cibernética.
Para el contros es importante mantener la atención del público distraída, lejos de los verdaderos problemas sociales, cautivada por temas sin importancia real.
Así mismo, mantener al público ocupado, ocupado, ocupado, sin ningún tiempo para pensar es también una técnica de distracción. La televisión cumple un papel esencial en estos aspectos "distractivos".

2. Crear problemas y después ofrecer soluciones.
Este método también es llamado “problema-reacción-solución”. Se crea un problema, una “situación” prevista para causar cierta reacción en el público, a fin de que este sea el mandante de las medidas que se desea hacer aceptar. Por ejemplo: dejar que se desenvuelva o se intensifique la violencia urbana, u organizar atentados sangrientos, a fin de que el público sea el demandante de leyes de seguridad y políticas en perjuicio de la libertad.
O también: crear una crisis económica para hacer aceptar como un mal necesario el retroceso de los derechos sociales y el desmantelamiento de los servicios públicos.
(¿Os suena esto en boca de muchos políticos especialmente neoliberales?).

3. La estrategia de la gradualidad. Para hacer que se acepte una medida inaceptable, basta aplicarla gradualmente, a cuentagotas, por años consecutivos. De esta manera ciertas condiciones socioeconómicas radicalmente nuevas (neoliberalismo) fueron impuestas durante las décadas de 1980 y 1990: Estado mínimo, privatizaciones, precariedad, flexibilidad, desempleo en masa, salarios que ya no aseguran ingresos decentes, tantos cambios que hubieran provocado una revolución si hubiesen sido aplicadas de una sola vez. (¿No os parece que esto tiene mucho que ver con ir desgranando las cuentas de un rosario de una política de recortes que se susceden en pequeña escala? ¿No notáis que esta experiencia se está llevando a cabo sin ninguna improvisación -o sea, perfectamente pensada, en Castilla-La Mancha?

4. La estrategia de diferir.
Otra manera de hacer aceptar una decisión impopular es la de presentarla como “dolorosa y necesaria”, obteniendo la aceptación pública, en el momento, para una aplicación futura. Es más fácil aceptar un sacrificio futuro que un sacrificio inmediato. Primero, porque el esfuerzo no es empleado inmediatamente. Luego, porque el público, la masa, tiene siempre la tendencia a esperar ingenuamente que “todo irá a mejorar mañana” y que el sacrificio exigido podrá ser evitado. Esto da más tiempo al público para acostumbrarse a la idea del cambio y de aceptarla con resignación cuando llegue el momento. (Esta es una de las maneras de psicología social de la imposición de una idea, es una forma clara de "vender la moto").

5. Dirigirse al público como criaturas de poca edad.
La mayoría de la publicidad (y también la propaganda política) dirigida al gran público utiliza discurso, argumentos, personajes y entonación particularmente infantiles, muchas veces próximos a la debilidad, como si el espectador fuese una criatura de poca edad o un deficiente mental. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador, más se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? Si uno se dirige a una persona como si ella tuviese la edad de 12 años o menos, entonces, en razón de la sugestionabilidad, ella tenderá, con cierta probabilidad, a una respuesta o reacción también desprovista de un sentido crítico como la de una persona de 12 años o menos edad .

6. Utilizar el aspecto emocional mucho más que la reflexión.
Hacer uso del aspecto emocional es una técnica clásica para causar un cortocircuito en el análisis racional, y finalmente al sentido critico de los individuos. Por otra parte, la utilización del registro emocional permite abrir la puerta de acceso al inconsciente para implantar o injertar ideas, deseos, miedos y temores, compulsiones, o inducir comportamientos…

7. Mantener al público en la ignorancia y la mediocridad.
Hacer que el público sea incapaz de comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores".  
(Quien quiera más ilustración sobre el asunto que consulte: "Armas silenciosas para guerras tranquilas").

8. Estimular al público a ser complaciente con la mediocridad.
Promover en la gente la creencia de que es moda y está bien visto- y da prestigio- el hecho de ser estúpido, vulgar e inculto…

9. Reforzar la autoculpabilidad.
Hacer creer al individuo que es solamente él el culpable por su propia desgracia, por causa de la insuficiencia de su inteligencia, de sus capacidades o de sus esfuerzos. Así, en lugar de rebelarse contra el sistema económico, el individuo se autodesvalida y se culpa, lo que genera un estado depresivo, uno de cuyos efectos es la inhibición de su acción. Y, sin acción, no hay ¡revolución! y ni siquiera hay protesta ante la comedura de "tarro".

10. Conocer a los individuos mejor de lo que ellos mismos se conocen.
En el transcurso de los últimos 50 años, los avances acelerados de la ciencia han generado una creciente brecha entre los conocimientos de la gente en general y aquellos poseídos y utilizados por las élites dominantes. Gracias a la biología, la neurobiología y la psicología aplicada, el “sistema” ha disfrutado de un conocimiento avanzado del ser humano, tanto de forma física como psicológicamente. El sistema ha conseguido conocer mejor al individuo común de lo que él se conoce a sí mismo. Esto significa que, en la mayoría de los casos, el sistema ejerce un control mayor y un gran poder sobre los individuos, mayor que el de los individuos sobre sí mismos.

Espero que estas pequeñas dosis del pensamiento chomskyano sirvan de reflexión para que no nos den gato por liebre. Cuanto más conocimiento y más pensamiento críco desarrollemos, más ventajas tendremos sobre el poder dominate que trata de esclavizar a la sociedad.












"LA CELESTINA" EN EL TEATRO DE ROJAS

Crítica de teatro que publiqué en El Día de Toledo.
La Celestina, obra del toledano de La Puebla de Montalbán Fernando de Rojas, se ha puesto en pie en el escenario de la plaza del mercado, con Gemma Cuervo en el papel estelar, bajo la dirección del experimentado hombre de teatro Mariano de Paco.
Ya sabemos que la obra no se escribió para ser representada. Es demasiado larga y compleja. En esta ocasión, Eduardo Galán la ha versionado, con mucha corrección, y nos ofrece una historia lineal que mantiene el interés y desarrolla perfectamente el argumento, aunque se ha regodeado en demasía –entiendo que esto es cosa del director- en algunas escenas sexuales, a mi modo de ver exageradas, más propias de los tiempos del “destape” que de una concepción del teatro más adecuado para una sociedad adulta y sin las frustraciones del pasado. Otros detalles dejan en evidencia algunos desajustes, como hablar de un “hilado blanco” cuando en escena el hilado que aparece es rojo.
Gemma Cuervo, una Celestina muy aristocrática, se hace dueña de la escena con su presencia y no tanto con ese decir impostado que la caracteriza, y más parece señora de palacio, con su peinado excesivo, que la “putavieja” que vive en una casa por las tenerías, cerca del río. Aún así, hace creíble el texto, pues oficio y tablas no le faltan, y salva el papel con extraordinaria profesionalidad. Este desequilibrio solo queda roto con las apariciones de Sempronio, merced al sobresaliente trabajo que realiza el actor Juan Calot, que deja en un segundo plano interpretativo a los más bien acartonados Calisto y Melibea. Rosa Merás en el papel de de Elicia, Natalia Erice en el de Areúsa, Santiago Nogués en el de Pármeno y Sosia, Jordi Soler en el de Pleberio e Irene Aguilar en el de Lucrecia resuelven la interpretación de estos personajes complejos con mucha dignidad.
Lo más importante, en mi opinión, es que La Celestina es un texto que se comprende perfectamente hoy, cinco siglos después de que viera la luz en 1499 en Burgos y en 1500 en Toledo. Los conflictos y la alteración de valores, en la sociedad del siglo XV, eran los de una sociedad en crisis, igual que en este tiempo en el que ahora vivimos. El individualismo nos es consustancial a las gentes de ambas épocas, como lo es también el fetichismo de la riqueza –que es el que desencadena la tragedia en la sociedad y en la obra- y las relaciones interesadas y egoístas entre “los que tienen y los que tienen que buscar” ¡qué significativo es que uno de los personajes ponga en su boca la siguiente expresión : “Sobre dinero no hay amistad”. Asimismo aparece –tan importante en La Celestina y en el siglo XV como el XXI- el poder perverso del lenguaje, de la palabra, que se utiliza para engañar. En el fondo La Celestina nos presenta una sucesión de engaños; todos se engañan unos a otros por el interés de poseer algo. Y hay más, entonces y hoy –y lo percibimos bien en lo que se nos mostraba sobre el escenario del Rojas-, los individuos/personajes se enfrentan a su realidad no mediante las ideas, sino mediante la acción, que se traduce en el ansia y el goce de vivir. Aparece la prisa. Viven con prisa. La prisa los mata, como sucede con Calisto al apresurarse a bajar por la escala. Y junto a la acción aparece la angustia por el tiempo perdido que pasa sin remedio. Les importa el tiempo y la vida en su presente. Lo dice Celestina y lo reafirma Pleberio: “…el tiempo se nos va entre las manos. Corren los días como el agua de río. No hay cosa tan ligera para huir como la vida”. 
La riqueza de ideas de este hermoso texto, y de esta representación, nos hace mirar mucho más allá de la historia de amor entre Calisto y Melibea, nos lleva al planteamiento angustiado del ser humano por causa de su propia avaricia, su incomunicación, su insolidaridad, su egoísmo y sus relaciones sociales enfrentadas. Sin embargo, en este volcán en erupción de una burguesía emergente en una sociedad precapitalista que nos presenta La Celestina, aparece un personaje que reivindica la libertad, la dignidad, el juicio y la razón, y ese personaje es Melibea; ella es la única persona que manifiesta criterio propio para tomar decisiones y cuya libertad -estemos de acuerdo con sus resultados o no- está por encima de todas las circunstancias que la rodean.
En suma, está bien que se representen estos textos clásicos que plantean problemas intemporales. El teatro, además de divertir, educa y hace reflexionar. Y es muy positivo que quienes programan se atrevan con ellos y traten de lograr un equilibrio entre clásico y moderno, sin renunciar a lo uno ni a lo otro.