miércoles, 9 de noviembre de 2011

"LA CELESTINA" EN EL TEATRO DE ROJAS

Crítica de teatro que publiqué en El Día de Toledo.
La Celestina, obra del toledano de La Puebla de Montalbán Fernando de Rojas, se ha puesto en pie en el escenario de la plaza del mercado, con Gemma Cuervo en el papel estelar, bajo la dirección del experimentado hombre de teatro Mariano de Paco.
Ya sabemos que la obra no se escribió para ser representada. Es demasiado larga y compleja. En esta ocasión, Eduardo Galán la ha versionado, con mucha corrección, y nos ofrece una historia lineal que mantiene el interés y desarrolla perfectamente el argumento, aunque se ha regodeado en demasía –entiendo que esto es cosa del director- en algunas escenas sexuales, a mi modo de ver exageradas, más propias de los tiempos del “destape” que de una concepción del teatro más adecuado para una sociedad adulta y sin las frustraciones del pasado. Otros detalles dejan en evidencia algunos desajustes, como hablar de un “hilado blanco” cuando en escena el hilado que aparece es rojo.
Gemma Cuervo, una Celestina muy aristocrática, se hace dueña de la escena con su presencia y no tanto con ese decir impostado que la caracteriza, y más parece señora de palacio, con su peinado excesivo, que la “putavieja” que vive en una casa por las tenerías, cerca del río. Aún así, hace creíble el texto, pues oficio y tablas no le faltan, y salva el papel con extraordinaria profesionalidad. Este desequilibrio solo queda roto con las apariciones de Sempronio, merced al sobresaliente trabajo que realiza el actor Juan Calot, que deja en un segundo plano interpretativo a los más bien acartonados Calisto y Melibea. Rosa Merás en el papel de de Elicia, Natalia Erice en el de Areúsa, Santiago Nogués en el de Pármeno y Sosia, Jordi Soler en el de Pleberio e Irene Aguilar en el de Lucrecia resuelven la interpretación de estos personajes complejos con mucha dignidad.
Lo más importante, en mi opinión, es que La Celestina es un texto que se comprende perfectamente hoy, cinco siglos después de que viera la luz en 1499 en Burgos y en 1500 en Toledo. Los conflictos y la alteración de valores, en la sociedad del siglo XV, eran los de una sociedad en crisis, igual que en este tiempo en el que ahora vivimos. El individualismo nos es consustancial a las gentes de ambas épocas, como lo es también el fetichismo de la riqueza –que es el que desencadena la tragedia en la sociedad y en la obra- y las relaciones interesadas y egoístas entre “los que tienen y los que tienen que buscar” ¡qué significativo es que uno de los personajes ponga en su boca la siguiente expresión : “Sobre dinero no hay amistad”. Asimismo aparece –tan importante en La Celestina y en el siglo XV como el XXI- el poder perverso del lenguaje, de la palabra, que se utiliza para engañar. En el fondo La Celestina nos presenta una sucesión de engaños; todos se engañan unos a otros por el interés de poseer algo. Y hay más, entonces y hoy –y lo percibimos bien en lo que se nos mostraba sobre el escenario del Rojas-, los individuos/personajes se enfrentan a su realidad no mediante las ideas, sino mediante la acción, que se traduce en el ansia y el goce de vivir. Aparece la prisa. Viven con prisa. La prisa los mata, como sucede con Calisto al apresurarse a bajar por la escala. Y junto a la acción aparece la angustia por el tiempo perdido que pasa sin remedio. Les importa el tiempo y la vida en su presente. Lo dice Celestina y lo reafirma Pleberio: “…el tiempo se nos va entre las manos. Corren los días como el agua de río. No hay cosa tan ligera para huir como la vida”. 
La riqueza de ideas de este hermoso texto, y de esta representación, nos hace mirar mucho más allá de la historia de amor entre Calisto y Melibea, nos lleva al planteamiento angustiado del ser humano por causa de su propia avaricia, su incomunicación, su insolidaridad, su egoísmo y sus relaciones sociales enfrentadas. Sin embargo, en este volcán en erupción de una burguesía emergente en una sociedad precapitalista que nos presenta La Celestina, aparece un personaje que reivindica la libertad, la dignidad, el juicio y la razón, y ese personaje es Melibea; ella es la única persona que manifiesta criterio propio para tomar decisiones y cuya libertad -estemos de acuerdo con sus resultados o no- está por encima de todas las circunstancias que la rodean.
En suma, está bien que se representen estos textos clásicos que plantean problemas intemporales. El teatro, además de divertir, educa y hace reflexionar. Y es muy positivo que quienes programan se atrevan con ellos y traten de lograr un equilibrio entre clásico y moderno, sin renunciar a lo uno ni a lo otro.

2 comentarios:

Menosquemarx dijo...

Me da que no se trata de una obra que se pueda 'versionar'.

Rubén dijo...

En este blog hay un buen resumen del libro de la Celestina: http://artiteca.blogspot.com/2012/01/resumen-la-celestina-fernando-de-rojas.html