martes, 30 de abril de 2013

LECTURA EN VOZ ALTA Y FICCIONES SOBRE EL GRECO


Durante siglos la práctica de la lectura se hacía en voz alta y se desaconsejaba -o se prohibía- la lectura silenciosa.
Leer en voz alta es esencial y necesario para un buen aprendizaje. Este modo de leer debe seguir ejercitándose y ampliándose en la escuela y, muy especialmente, en la familia. Este es el mejor camino para crear lectores por medio de las palabras que nos vinculan. Compartir la lectura es compartir el lenguaje placenteramente, afirmándolo como vehículo de entendimiento, fantasía y concordia.
La lectura en voz alta es mucho más que una puesta en escena. Recientes investigaciones han revelado hallazgos a cerca de su efecto beneficioso sobre el cerebro. Se ha descubierto en la Universidad Tohoku de Japón (Learning Therapy, Kawashima y otros), que existen diferencias significativas en la corteza cerebral entre la lectura silenciosa y la lectura en voz alta.
En síntesis, según estos estudios, sabemos que la lectura en voz alta produce mayor activación en ambos hemisferios cerebrales. Las nuevas tecnologías portátiles de imágenes cerebrales, como la topografía óptica, han permitido realizar observaciones en la propia escuela. Cada día se comprende mejor la organización de los circuitos de neuronas que se ponen en funcionamiento durante la lectura. Las letras se reconocen esencialmente en la corteza visual, independientemente de su tamaño y tipografía; luego, las palabras se van recorriendo gracias a movimientos de los ojos muy precisos, controlados por una zona restringida de la corteza motora. Al mismo tiempo intervienen varias áreas en ambos hemisferios dedicadas a procesar el significado, a memorizar lo que se ha leído, a asociar los contenidos de esta lectura con otras. Y todo en centésimas de segundos. Cuando leemos en una segunda lengua, en general utilizamos mayor cantidad de neuronas y de conexiones. También es interesante comparar la lectura de textos con la de una partitura musical. En este caso el equivalente de leer en alta voz es simplemente usar el teclado del piano. Con la ejercitación en la lectura musical se produce una "traducción" automática de las notas distribuidas en el pentagrama al control motor de los dedos. En ambos casos –lectura en voz alta o lectura musical- asistimos al mismo prodigio de la cultura "encarnada" en nuestro cerebro.
Es importante leer en voz alta a alguien que escuche. Somos conscientes, siguiendo las teorías de Vygotski, de que la lectura, por ser un aprendizaje cultural, precisa de la mediación de una persona más experta que ayude al aprendiz, al estudiante  -de Primaria y Secundaria- a transitar por nuevos horizontes. Llegar a ser ese “compañero más experto” es el desafío del docente y también de la familia.
Leer en voz alta es buscar la entonación justa, enriquecer el texto con la expresión y la voz. Ahí nos damos cuenta de que la puntuación es la escritura de los silencios; y la interpretación de estos es un factor fundamental para la construcción del significado. La lectura en voz alta nos ayuda a comprender la frase en su totalidad y nos facilita la labor de expresión de un pensamiento completo, no fragmentado. Por todo ello, quizá fuera conveniente, especialmente con las personas que aún nos son lectoras expertas, volver con fuerza a este ejercicio de leer para que otros escuchen y escuchar lo que otros leen.
Estoy convencido de la necesidad de que los alumnos lean, escuchen leer, vean a sus educadores y a sus familiares como modelos lectores, que leen, que hablan de libros y comparten buenos momento de lectura con sus estudiantes y con sus hijos.
Y ya que estamos en vísperas del “Año Greco”, desde esta humilde columnilla invito a leer cuatro novelas en las que El Greco, entre realidad y ficción, es personaje protagonista. La primera es El Greco pinta al Gran Inquisidor, de Stefan Andres, en la que se narra la confrontación de dos enemigos personales de la Inquisición -el Greco y el médico Cazalla- con la máxima autoridad del tribunal, el gran inquisidor Niño de Guevara. La segunda es La conjura de El Greco, de Manuel Ayllón; esta es una ficción histórica, en la que El Greco es testigo de excepción, con un capítulo cuyo eje narrativo gira en torno a los misterios que encierra el famoso cuadro: "El entierro del señor de Orgaz". La tercera, Las damas ocultas del Greco, de Sivia Plager, tiene interés, además de por relacionar al Greco con mujeres que desconocíamos, por un tema universal y atemporal: el vínculo entre el poder y el artista. Y la cuarta novela es la escrita por Jesús Ferrero  Juanelo o el hombre nuevo, ambientada en el Toledo de finales del siglo XVI, lo que permite la aparición, muy bien dosificada, de El Greco, convertido, además de en pintor, en filósofo.

Leamos en voz alta y legitimemos la lectura como bien cultural, educativo y social. Y si además leemos sobre El Greco, pues “miel sobre hojuelas”.

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