miércoles, 27 de agosto de 2008

LA DE LOS ROSADOS DEDOS


A la sombra del día, no sé si aún luz,
los deseos van tomando forma esférica
y nos masajean los pliegues del alma,
quizá potencian el bombeo del corazón
y lo seguro es que se nos va haciendo
un nudo en la garganta. Es lunes.
Vamos al cine. Nos interesan las historias
bien contadas. Tú las sigues con interés
porque entiendes el idioma.
Yo leo los subtítulos, me pierdo,
a veces dormito. Lo que no tiene
precio es tu mano y mi mano entrelazadas.
El amor nos las ensarta y son como perlas
de alegría. Luego andamos largo rato.
La aurora vendrá después de media noche,
mucho antes de que amanezca
y antes de que el sueño nos transporte
a los bordes de la cama. Entonces tú
serás piel y alma, suspiro y beso,
quieto silencio que regocija. Yo
seré luz en la oscuridad
que se alegra
con la callada música de tu risa.

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