miércoles, 19 de mayo de 2010

NI DIOSES NI NADA

¿Qué fue de los dioses tronantes
que tuvimos en la infancia?
¿Qué fue del dios de la utopía
que nos creció entre las barbas
mientras redactábamos panfletos
con gritos que decían: disolución
de los cuerpos represivos?
¿Qué se hizo del dios del amor y de los besos
que habitó entre nosotros
en los bancos de los parques?
¿Dónde se esconde el dios
que aseguraba que otro mundo era posible,
el dios en quien creímos firmemente?
Aquellos dioses se fueron con los años,
¡no serían muy dioses!, y dejaron un tintineo
de cascabeles roncos. Sin embargo, la nada
no es posible. Hoy me transporto
con lo que queda de un ¡ay! de Camarón,
un son celeste de Compay o con un solo,
un tango muy sentido, de Javier.
(De Autobigrafía del presente)

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