martes, 9 de enero de 2007

EL LABERINTO DE DON ILLÁN


Si el tiempo puede servir como gran laberito, moviendo y desorientando al protagonista, entonces algunos laberintos pueden ser vistos como senderos circulares. El cuento de Borges El brujo postergado cuestiona la fuerza de la realidad o la contrapone a la fuerza de lo mágico. En el cuento, la jornada, o el laberinto, es dictada por la interacción de la realidad y la magia. Tiende a ser circular el recorrido. Principio y fin se encuentran. En el cuento borgiano, El brujo postergado, traslación del original que se encuentra en El Conde Lucanor, El Deán de Santiago va a Toledo para aprender el arte de la magia del famoso brujo Don Illán. Don Illán acepta enseñarle al Deán, y el Deán le promete a Don Illán que nunca le olvidará. Mientras el Deán estudia, comienza el recorrido fantástico, el sueño. Dos hombres llegan y le dicen al Deán que ha sido nombrado Obispo. Don Illán le pide el deanazgo vacante para su hijo, pero el nuevo Obispo le dice que el puesto lo tiene reservado para su propio hermano. Eventualmente de Obispo llega a ser nombrado Arzobispo y otra vez se niega a darle el vacante obispado a Don Illán para su hijo. Se repite lo mismo cuando el Arzobispo es nombrado Cardenal y hasta cuando por fin llega ser nombrado Papa. Se sucede la negativa. Como Papa, el anterior Deán de Santiago proclama que Don Illán no es más que un brujo y lo manda a la cárcel. Don Illán anuncia que va a regresar a Toledo, y el "Papa", que no es tal, sólo un viaje mágico de la imaginación, se encuentra a pie de las escaleras de Don Illán en Toledo, otra vez Deán de Santiago. Habiendo seguido el sendero de su laberinto circular, el Deán ahora se da cuenta de que su realidad estuvo confundida. Sabe que la magia es más fuerte que la realidad –la magia parecía ser la realidad. Entonces tal vez un sueño puede ser la realidad para alguien y viceversa. Tal vez su jornada fue real, pero ahora que es el Deán de Santiago otra vez, lo que pasó no importa. Pero sí es consciente ante don Illán de su soberbia, su deslealtad y su falta de correspondencia con quien le enseñaba sus saberes. Suyo fue un laberinto en que se borró la linea entre la realidad y la magia. En El brujo postergado el sueño mismo es el laberinto.

OS RECOMIENDO LA LECTURA DEL CUENTO DE BORGES O, MEJOR AÚN, EL DE EL CONDE LUCANOR. ASÍ SABRÉIS MÁS SOBRE "DON ILLÁN EL MÁGICO DE TOLEDO". O, si queréis, me invitáis a cenar unas perdices y lo escucháis de viva voz.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hecho. Pachasco que no fuera así.