La prisa, Dios, la prisa. El continuo quehacer. No tenemos un tiempito para mirarnos hacia dentro. Hay que desencadenar la vida que nos come. Nosotros somos tan importantes como lo que tenemos entre manos, o más. Por eso, de vez en cuando, conviene alejarse un poquito de los lugares que frecuentamos -o de los que no salimos- y de quienes están muy cerca de nosotros -en el trabajo, en la familia-. Dejemos de pensar por un tiempo en todos esos asuntos para los que parecemos imprescindibles. Paremos y no hagamos aquellas cosas que siempre hacemos. No se va a hundir el mundo. Y no hagamos nada... nada... nada... nada. Hay que relajarse, pues relajémosnos, cerremos los ojos, mantengámosnos quietos, nuestra pantalla mental que se quede en blanco. Alejemos todos los pensamientos y simplemente respiremos profundamente. Nos tomamos un tiempo para re-conocer nuestro propio espacio y bucear en nuesto interior... Somos un océano. ¡En nuestro ser hay tanta belleza, tanta paz, tanta inteligencia, tanto amor... y tanta riqueza! Solo unos momentos, los suficientes para darnos cuenta de que lo que tanto buscamos afuera... nace allí dentro. ¿Qué os parece?
1 comentario:
Me parece que te lo puedes ampliar y ponertelo en un Post-it y leerlo varias veces al día. Automatizar el proceso y que seas el primero en seguir sus recomendaciones. yo prometo hacer lo mismo.
¡Gracias por formularlo y dárnoslo hecho! creo que es un trabajo de síntesis muy valioso.
¡Ah!y sigue iluminando nuestro camino¡¡¡te necesitamos!!!
Publicar un comentario