jueves, 13 de octubre de 2005

Fray Betto


He tenido la suerte de estar en el acto de entrega del II Premio Internacional “Abogados de Atocha”, instituido por la Junta de Comunidades para reconocer la labor de personas e instituciones que destacan en la defensa de los derechos humanos, así como en la lucha por las libertades públicas. El galardón ha recaído, con sobrado mérito, sobre Fray Betto –o Carlo Alberto Libanio Christo-, un fraile dominico brasileño cuya vida incluye hambres, persecuciones, cárcel, exilio, amor por la humanidad y, sobre todo en los últimos tiempos, un impulso al programa de gobierno brasileño “Hambre cero”.
Él ha dicho que “El Programa Hambre Cero es una versión en acción política de un gesto evangélico: la multiplicación de los panes, la posibilidad que tendrán todas las personas de acceder a condiciones mínimas de vida, que les imprima dignidad. Principalmente a las dos más elementales: beber y comer, sin las cuales ningún ser humano puede vivir y mucho menos tener dignidad. Es un escándalo para nosotros, hijos de la modernidad, ya entrando en la post-modernidad, que asistimos a tantos progresos científicos y tecnológicos, observar un hecho que agrede nuestra humanidad: las multitudes que pasan hambre”.
Este dominico me ha parecido siempre interesante por su doctrina, por su vida, por sus hechos y por sus libros. Fray Betto es un teórico con una cultura enciclopédica y un discurso con un poder encantador maravilloso, pero también es un ejemplo de la religión con los pies en el suelo, que sigue a rajatabla aquello que decía Santo Tomás de Aquino: "No se puede exigir la práctica de las virtudes a quien pasa hambre".
De entres sus libros, quiero recordar tres: “Bautismo de sangre” (1983), “Fidel Castro: mi fe” (1986), (libro que recomiendo a ateos y a creyentes, pues se trata de una extraordinaria entrevista al líder máximo cubano sobre el problema religioso) y el escrito conjuntamente con Leonardo Boff, “Mística y espiritualidad” (1995).
¡Ojalá! el premio concedido sirva para que se conozca más la labor de Fray Beto, sobre todo por la asentada clase dirigente, para que comprendan que sin pan no hay paz, porque la paz, como denunció el profeta Isaías hace casi tres mil años, necesariamente debe ser hija de la justicia. En ese sentido, el Padre Betto y el Programa “Hambre Cero” lanzan también las semillas de la Violencia Cero. ¡Un ejemplo!

Artículo publicado en la revista AQUÍ (14/x/2005)

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