
Viene esto a cuento de las palabras y los hechos que ha merecido la programación en Toledo de una representación del cómico provocador Leo Bassi, ante la que se han alzado las opiniones, respetables, de los púlpitos y de los acólitos de los mismos, para imponer su voluntad y su opinión sobre cualquiera otra. Dicho sea de paso, la obra es básicamente una crítica racional al monoteísmo, al papel de la mujer subordinada al hombre, el miedo al cuerpo humano y al sexo, el desprecio por la naturaleza y los animales o el misterio del mandamiento nº 5." No Matarás" y su significado.
Parece que volvemos a la inquisición y al índice de libros y cultura prohibidos y de que ciertos poderes, no hace tanto acostumbrados a saludar, sin escándalo, brazo en alto, bajo el palio fascista de los dictadores, quieren imponer su libertad de pensar sobre la de los demás, sin reconocer que todas las personas merecen respeto a su pensamiento y a sus acciones con el solo límite del código penal.
A mi Leo Bassi no me gusta, pero es mi voluntad la que decide ir o no ir a su espectáculo, y no la voluntad del intransigente. Me gusta, en cambio, mucho Valle Inclán, no menos trasgresor que el cómico italiano, y ya he visto en tres ocasiones “Divinas palabras”, que, como todo el mundo sabe, nada tienen de “divinas”.
“Por la libertad y por la honra se puede y debe aventurar la vida”, dice don Quijote a Sancho. Pues eso hay que seguir haciendo en el siglo XXI: reivindicar la libertad para todos y no para unos pocos.
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