martes, 5 de diciembre de 2006

CUALIDADES DEL LÍDER

Las cualidades básicas del líder son: integridad, dedicación, magnanimidad, humildad, apertura mental y creatividad.

La escasa disposición a liberar en nosotros esas cualidades explica, en gran medida, la escasez actual de líderes.
Por integridad me refiero al conjunto de estándares de honestidad moral e intelectual en que se basa la conducta de una persona. Sin integridad nos traicionamos a nosotros mismos, traicionamos a los demás y reducimos el valor de todo lo que iniciamos. Es la cualidad individual cuya ausencia percibimos como la más grave de la vida nacional. Pero la integridad nacional solo será restaurada cuando cada uno de nosotros reafirme y defienda su propia integridad. Las personas íntegras dan esperanza a nuestra innata convicción de que nosotros, como pueblo, podemos superar la actual cínica y escuálida moral que nos domina. Tal y como escribió Aristóteles en su Ética: "Si quieres comprender la virtud, observa la conducta de los hombres virtuosos".
Por dedicación entiendo una apasionada creencia en algo. Ese intenso, firme y duradero compromiso es la base de las grandes obras de arte, los inventos, los descubrimientos científicos, las exploraciones y la propia vida. Es lo que permite que los matrimonios, las empresas y los gobiernos funcionen. Más aún, la fidelidad absoluta a alguien o algo nos hace más humanos. Los ciudadanos conscientes no se limitan a escribir cartas a sus representantes en el Congreso, ellos se implican personalmente en sus niveles primarios, en la política y trabajan activamente en pro de las causas que apoyan. De la misma manera, no se limitan a deplorar las lamentables condiciones de vida de gran parte de la población, hacen lo que está a su alcance para aliviar esas condiciones.
La magnanimidad hace referencia a ser "noble de mente y corazón; generoso y capaz de perdonar por encima de las venganzas y resentimientos". Las personas magnánimas y humildes son conocidas por su autodominio. Saben quiénes son, tienen un "ego saludable" y se enorgullecen más por lo que hacen que por lo que son. Aceptan los halagos como si fuese un grano de sal y admiten las críticas inteligentes sin rencor. Esas personas aprenden de sus errores y no culpan a los demás por sus fracasos.
Por apertura mental entiendo la predisposición a probar cosas nuevas, a escuchar nuevas ideas, no importa cuán extrañas parezcan, a la tolerancia ante la ambigüedad y el cambio y al rechazo de todo prejuicio preconcebido, de todo sesgo o tipo. Las personas que tienen una mente abierta no califican a los demás en función de su raza, color, religión u ocupación; no valoran las ideas dependiendo de su fuente; comen y beben prácticamente de todo. Leen autores poco conocidos; escuchan la música de sus hijos y asisten a las presentaciones de artistas excéntricos. La apertura mental no convierte a las personas en críticos permanentes, sino que les sirve de inspiración para estar más dispuestas a la aventura y a ser creativas.
La creatividad es algo que todos tenemos cuando nacemos y que casi todos nos las arreglamos para perder. En realidad, no vemos el mundo que nos rodea. Es posible que veamos una flor, pero no el milagro que existe en ella, su intrincada estructura, su completa armonía, sus asombrosos colores. Para restablecer nuestra creatividad, tenemos que restaurar nuestro sentido del asombro, romper nuestras creencias preconcebidas y verlo todo de una forma fresca y nueva (tal y como lo hacíamos cuando éramos niños). Esto significa, convertir lo familiar en extraño y lo extraño en familiar.
Cualquiera que pretenda ser un líder tendrá que esforzarse en utilizar al máximo su potencial y deberá estar dispuesto a desarrollar y ejercer sus mejores cualidades.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Ese es un líder y no Zapatiestas!
Domine Capra

Anónimo dijo...

Es mejor la foto que el escrito. La foto es la repera, lo más.
Josele