jueves, 26 de abril de 2007

EL 13


El 13 me cae bien. También le parecía estupendo a Julio César, que solía afirmar que el 13 era su número de la suerte ya que gracias a la Legión Decimotercera alcanzó el poder y la gloria; claro que, para los romanos, este número era armónico y lo tenían en gran estima. En las culturas orientales, el 13 era un número divino.
Es la cultura judeo-cristiana la que comienza a no ver bien el 13. ¡Qué le vamos a hacer! Para la Cábala son 13 los espíritus malignos; en el Apocalipsis se hace referencia, en su capítulo 13, al anticristo y a la bestia; en la última cena, Judas fue el decimotercero en ocupar la mesa. Pero no siempre es negativo, pues, según el Antiguo Testamento, Dios tiene 13 propiedades; también con 12 monjes más un abad se puede fundar un convento. Y antiguamente había la costumbre, entre los panaderos, de regalar un pan a quien comprara 12 bollos.
Yo me quedo con la parte positiva. El 13 da cobijo a personas protectoras, pacientes, sensibles, emotivas, preocupadas por los demás, sociables, intuitivas, flexibles, pacíficas y cooperativas, y, como elemento de tierra, habla bien de personas que son trabajadoras, que gestionan bien y que gustan de entretenerse con “lo que no se ve”, es decir, con el mundo del espíritu y de las emociones.
Si sintetizo en una enumeración de conceptos lo que esconde el número 13, cuya reducción es el número 4 (1+3), tendría que hablar de estabilidad, estructura, límites, trabajo, raíces, encarnación, disciplina, responsabilidad, prudencia, lealtad, seguridad, tiempo, facilidad para concretar, pensamiento estructurado, la lógica y la razón, la deducción y la clasificación.
La abundancia es la transformación de la creación por medio del trabajo, y eso es precisamente lo que representa el (1+3), la persona estable, sencilla, tranquila, perfeccionista, ordenada, seria, disciplinada, responsable y meticulosa, cuyo único riesgo es el de vivir únicamente en función del trabajo. El 13 ama las leyes, las normas y su verbo favorito es “trabajar”.
Platón decía que el tres es la idea y el cuatro (reducción del 13) la realización de la idea.

Espero que este número mágico, el 13, que encierra la ancestral sabiduría y la tolerancia y el respeto que proporciona la cultura ayude a que Toledo pase de una vez de la política del “hay que” a la de los hechos que se vean y que sirvan para mejorar, de verdad, la calidad de la vida de las personas que viven, trabajan o visitan la ciudad.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

No sabia que tenía usted en tan alta estima a Rosa María Fernández Marcote.
Tendremos que darle nuestro voto a ella.

Anónimo dijo...

El voto es libre. Creo en la libertad por encima de todo. Pero yo, entre 13 y 13, me quedo con la magia de El Mágico.

Anónimo dijo...

Menos mal, creía que sólo había una persona en todo el mundo que se presentaba el nº 13.

Anónimo dijo...

Me siento bien con las personas tolerantes, aunque sean discrepantes. Respeto a quien respeta. Lo que no soporto es a los dogmáticos, sean del campo que sean y militen en el partido que militen. La verdad nunca es absoluta, excepto la de ciertos principios universales; y aún esta depende mucho de los marcos culturales de las personas. Mi teoría del 13 es general, como se puede apreciar, pero sirve para que me identifiquen con ella, quien me conozca, seguro; quien no me conozca puede empezar a hacerse una idea.