viernes, 1 de junio de 2007

CULTURA PROGRESISTA Y CREATIVIDAD

Hace algún tiempo, no mucho, hablaba con un amigo, político, por cierto, en ejercicio, sobre las características que debería tener la persona que andaban buscando en su ciudad –no Toledo, ¡líbreme Dios del diablo!- para liderar los programas de cultura. Quienes sigan esta columna saben lo que pienso a estos efectos: que la cultura es innovación y creatividad, que hay que ir un paso por delante, que no es quietismo ni pasado, QUE HAY QUE TENER ATREVIMIENTO, etc… En cambio mi nada progresista amigo me decía que no quería para el puesto un hombre de ideas, un "creativo". Lo que buscaba era –según sus palabras- alguien “sólido y más tradicional”, lo que en román paladino significa: "alguien que no "cruce la línea”, alguien con sentido “del común”, alguien "que no invenvente la rueda", que deje las cosas a su aire, que más vale que no haga ruido. ¡Lagarto, lagarto! No nos pusimos de acuerdo, pero comimos opíparamente en un restaurante que me alabó por lo moderno en la decostrucción de los platos. Asombroso, pensaba yo, qué diferencia entre las ideas sobre la cultura y sobre la comida. Mi amigo consumía creatividad pero, en cambio, no estaba porque ésta se fomentase en las ideas culturales que buscaba para su ciudad. No quería despertar el rebaño, sino que éste se amodorrase más, pues no hay nada más propicio para el poder que pastorear ovejas modorras. Asombroso de nuevo. No importa que no se avance, cuantos menos puntos de referencia cambies, menos se van a meter contigo. Perfecto, le dije. Si por ti fuera no se hubiera inventado la rueda, porque nadie necesitaba ruedas antes de que éstas fueran inventadas.
La cultura debe servir no para aborregar, sino para desarrollar el sentido crítico de las personas, y sólo hay avance si hay innovación, cambio de referencias y sentido crítico.
Uno de los mayores escollos contra la creatividad es el conformismo. Una sociedad conformista quizá es feliz en su quietud, pero sería terrible que un dirigente que busca el avance estableciese sus parámetros de pensamiento en el conformismo. Al menos seis recursos personales debiera tener, en mi opinión, esa persona que nunca contrataría mi amigo, para combatir la conformidad: Inteligencia, conocimiento, estilo de pensamiento (cómo usar la inteligencia y el conocimiento), personalidad (fundamental para defender nuevas ideas en un entorno refractario), motivación y contexto. A lo dicho habría que añadir la influencia de la perseverancia, la voluntad, la tolerancia, la apertura y el coraje en la búsqueda de creatividad en una cultura conformista (como la nuestra). ¡Ah! y la creatividad ni es de izquierdas ni de derechas. Por ejemplo: Gallardón favorece la creatividad, Jacques Lang también.

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