jueves, 11 de octubre de 2007

NIÑOS RESPETADOS, ADULTOS RESPETABLES

El respeto, como tantos otros valores, se aprende observando y siguiendo el ejemplo de los demás. Este modelo, para los más pequeños, proviene principalmente de sus padres y de quienes se ocupan de cuidarles. Para aprender respeto, los niños necesitan, previamente, ser respetados. El mejor trabajo que un padre puede hacer, para enseñar respeto a sus hijos, es mostrarse respetuoso hacia ellos y hacia sí mismo. La empatía y la autoestima son dos aspectos fundamentales para formar niños respetuosos, respetados... y respetables.
Podemos ayudar a nuestros hijos a desarrollar la empatía (la habilidad de comprender cómo sienten los demás), haciéndoles estar atentos y enseñándoles a buscar los motivos por los cuales los otros sienten como sienten. Es especialmente importante mostrarles abiertamente nuestros sentimientos -buenos y malos- por las cosas que ellos hacen. Ellos deben saber que queremos que consideren nuestros sentimientos, que nos cuiden y que muestren sensibilidad. El ejemplo de los padres es la influencia más poderosa que un niño pueda tener. Mostrar real interés en los sentimientos de los demás y compartir nuestro tiempo y energía con otros, son claros ejemplos de compasión y generosidad. Algo tan simple y cotidiano como nuestra manera de comunicarnos, como el decir "discúlpeme", "perdón" o "por favor", muestran que estamos atentos a las necesidades y sentimientos de quienes nos rodean y que los respetamos. Una buena práctica de la empatía es la tolerancia con los errores. Los padres somos seres humanos y, como tales, cometemos errores y tenemos malos días. Olvidemos nuestro orgullo cuando tratamos mal una situación y herimos los sentimientos de nuestros hijos. Es realmente importante decir al niño que lo sentimos. Pedir sinceras disculpas, en forma clara y simple, es una señal que indica a nuestros hijos que respetamos sus sentimientos y que estamos arrepentidos por nuestro comportamiento. Ser capaces de aceptar nuestros propios errores y los de nuestros hijos es una buena manera de enseñar que no es malo cometer errores y de verlos como parte de un proceso de mutuo aprendizaje. Lo importante es admitirlos y pedir disculpas por ellos. Esto nos acerca más a los niños y hace que nos comprendan y crean en nosotros. Seamos conscientes de las necesidades de nuestros hijos y de la forma en que ellos prefieren recibir los mensajes. Si es mediante nuestros actos (haciendo cosas), nuestras palabras (... me gustaría ver que hiciste...) o nuestros gestos (un abrazo o una caricia). Una muestra directa de respeto es el uso de modales gentiles y tonos de voz suaves para orientarlos, sin sacudirlos por el brazo, gritarles o amenazarles. Cuando nos veamos en la obligación de marcar un comportamiento negativo, evitemos el uso de voces autoritarias y reemplacémoslas por mensajes directos y firmes, siempre con un tono de voz respetuoso.
Ayudar a nuestros hijos a sentirse bien con ellos mismos es una buena forma de generar en ellos un sentido del respeto. Reconocer abiertamente cuando hacen las cosas bien es una forma de demostrarles nuestra aprobación. Por ejemplo, cuando nuestros hijos demuestran ser empáticos y atentos con los demás, cuando hacen cosas por otras personas, digámosles lo orgullosos que nos sentimos o dejemos que nos escuchen decir a alguien lo orgullosos que estamos de ellos. Si deseamos que nuestros hijos sientan y muestren respeto por los demás, es importante que nos respetemos y que les enseñemos a hacer lo mismo con ellos. Desarrollar los propios intereses, valorar los éxitos y fortalezas, reconocer los esfuerzos, ser positivos, usar el sentido del humor para darle perspectiva a la vida, son algunas acciones que contribuyen a reforzar la auto-estima y el auto-respeto en la infancia. Haciéndose respetar, un niño desarrolla la confianza en sí mismo sin disminuir a los demás. Los niños que se hacen respetar, desarrollando comportamientos afirmativos de su persona, son capaces de luchar por sus derechos, de manejar situaciones de conflicto y pueden convencer a los demás de que ellos no serán intimidados. Algunos padres temen que un niño compasivo pueda ser considerado "débil". Por el contrario, investigaciones en el campo de la psicología infantil demuestran que los niños y adolescentes que son valorados por sus compañeros en su carácter, su capacidad de ayuda, su cooperación y su sensibilidad hacia los sentimientos de los demás, están entre los más populares y exitosos en sus colegios y comunidades.
"Si confiamos en nuestra fuerza, sin alardear de ella, respetaremos la de otros, sin temerle"-decía Thomas Jefferson.
Los niños que son respetados por sus padres suelen exigir respeto hacia ellos mismos. Cuando es intimidado, un chico respetuoso y con auto-respeto puede fijar sus posiciones y opiniones claramente, sin necesidad de utilizar agresiones u otras actitudes antisociales. Los padres pueden orientar a sus hijos a defender sus derechos y aún así respetar los sentimientos de los demás. El niño que puede oponerse al reto en una manera respetuosa pero firme, normalmente incrementa su auto-estima y su posición ante los demás.
Si deseamos un futuro de adultos respetables, comencemos por respetar más a nuestros niños...

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