lunes, 18 de octubre de 2010

Nostalgia de Rubén Darío

Solo una estrofa de 'Canción de Otoño en Primavera' de Rubén Darío, el primer poeta que leí en mi vida, porque encontré dos libros en la troje de mi abuela: uno era de Rubén Darío, el otro La Iliada de Homero. A Rubén lo leía y lo leía, sonaba muy bien. Lo leía en voz alta. A mi abuelo le gustaba escuchar la lectura. No había entonces en la casa de mis abuelos ni radio ni televisión. La lectura era un pasatiempo. Ni mi abuelo ni yo entendíamos a Rubén Darío, sin embargo no nos cansábamos. A veces, él traí un amigo, le daba una copa de aguardiente y le decía ven para que veas cómo lee mi nieto. Yo me subía de pie en una silla de enea y leía el libro de Rubén Darío, que tenía las tapas amarilla y rugosas, recuerdo. Cuando les parecía que ya estaba bien, mi abuelo se enorgullecía de lo bien que leía el nieto y me daba dos perras gordas, a veces dos reales y, cuando la alegría, o el aguardiente, causaba efecto, la dádiva alcanzaba una peseta. El amigo en ocasiones se animaba y yo doblaba el capital ¡Qué tiempos! Hoy sigo leyendo a Rubén y me sigue gustando su sonoro verbo.

"Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín... ".

2 comentarios:

Menosquemarx dijo...

A euro pago yo la poesía -recitada de memoria, no leída-, y mis sobrinos ni se inmutan.
Tendré que subir el precio.

Anónimo dijo...

lo que yo queria, gracias