miércoles, 8 de agosto de 2012

VERANO ATÍPICO

Artículo publicado en noticiasdigital.es
Verano atípico. Vacacionea quien puede no quien quiere. Los del sueldo fijo por lo alto, por ejemplo, la desclasada clase política y los ricos de toda la vida toman las playas y se van de fiestuki. El cinturón les alcanza bien a todos ellos, menos a algunos, que, de tanto poder, tanto estrés y tanta mesa y mantel, se han puesto orondos como canónigos decimonónicos. El pueblo se queda con la mosca tras la oreja, ya sin capacidad de asombro, pues en poco más de medio año se han ido por las cañerías del Estado las últimas nostalgias del estado del bienestar, ese edén al que todos nos habíamos ido acostumbrando. Del asombro hay quien ya ha pasado al estupor y del estupor a la desesperación de no tener ni los cuatrocientos euros para aliviar lo poco que puede aliviarse con cuatrocientos euros. Y eso lo hace el gobierno que prometía empleo a tutiplén. "¡Qué sombras somos y qué sombras perseguimos!", dejó escrito Edmund Burke en el siglo XVIII. Pues eso, que parece que "el dinero es el sustituto técnico de Dios", pero la Iglesia sigue privilegiada pidiendo para caridades. Las caridades no nos van a apañar el verano, ni el otoño, ni el invierno. El gobierno vacacionea -o eso parece- mas algo trama para ponernos frente al pelotón del recortamiento cuando vuelva oxigenado de los montes, las olas o los valles verdes de su paraíso artificial. No creo en nadie que mienta a destajo. Estos lo vienen haciendo sin retórica alguna. Mienten de frente con la palabra y los hechos les desmienten. Vuelvo a Burke, con la ironía de recordar a Somoano, de quien tampoco espero nada, para, al menos, acostarme tranquilo con una información veraz desde un medio público. “Creo que en el ámbito de la información no se ve la imparcialidad que debería tener una televisión pública”, dijo no hace más de un año la secretaria general del partido factótum gobernante. Pues sus mismas palabras le recuerdo a la pérfida Albión, a ver si es posible que nos cuenten lo importante –que no lo van a hacer- y dejen lo accesorio para el entretenimiento ovejuno. Están de vacaciones, dicen. Atípico Verano. Volverán con la escopeta cargada, como un grupo homogéneo que sirve a un poder que no emana del pueblo y no sabemos de dónde emana, pues las decisiones que se toman nada tienen que ver con las que le dijeron al pueblo. No creo en este grupo. No me parece un grupo de buenas intenciones, pues como afirmaba el pensador racionalista y liberal (de los liberales del XVIII, que nada tienen que ver con los del XXI): “Ningún grupo puede actuar con eficacia si falta el concierto; ningún grupo puede actuar en concierto si falta la confianza; ningún grupo puede actuar con confianza si no se halla ligado por opiniones comunes, afectos comunes, intereses comunes”. Elemental querido Watson. No digo que esté claro como clara está el agua del Tajo, porque esa es otra. Se llevan el agua y las ranas estamos que no nos cabe una paja en el culo del sofoco y la asfixia. ¡Rediós! ¿Qué nos esperará cuando vuelvan de vacaciones los que las tienen? No quisiera escribir, como Larra: “Mi corazón no es más que otro sepulcro. ¿Quién ha muerto en él? Leamos. ¡Espantoso letrero! ¡Aquí yace la esperanza!”. No son formas de terminar una columna en un tiempo de siega, de recolección, que debiera ser de optimismo. Por eso, amigos, no dejéis apagar el entusiasmo, virtud tan valiosa como necesaria; asombraos, pensad, reflexionad, trabajad, aspirad, tended siempre hacia la altura de la idea… y ya veremos qué hacemos todos juntos en la calle a la vuelta del tiempo.

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