miércoles, 21 de diciembre de 2005

¡FELICES PASCUAS!


Paz! ¡paz!, se oye en la penumbra que iluminan las estrellas y tras las ventanas, donde los amantes beben besos en silencio, y en las llanuras, donde el viento hace ondear las espigas y los pájaros imaginan mares verdes o dorados, y en los valles, donde la bruma se mece y susurra sus cantos la oropéndola, y en las hogueras, donde nunca se queman las oraciones ni sufre tormento la esperanza, y en el mar del aire, donde los cauces de nieve lloran de alegría lágrimas que se deshacen en la mano. Sin embargo algún dolor se escapa (ese dolor, no me preguntéis cuál, que nunca se contempla en el espejo), y se diluye poco a poco, poco a poco, como lo hace el eco, y se va perdiendo, perdiendo, quedando, perdiendo, quedando en lánguido lamento. (El lamento recuerda que fue grito, no hablo del grito cavernario, pues también encuentro música en el grito). No sorprenda que en el aire permanezca, peregrino, el consuelo, (en la memoria del aire) y en el infinito horizonte del deseo.
¡Paz! ¡paz!, es la melodía que se multiplica en el espacio, todo lo que alienta la repite, la repican los pasos de los gatos sobre los tejados, el aullido de los lobos, el runrunear de las abejas, el sostenido canto de los delfines y el agua de los torrentes que lame las riberas. (Y el hombre, ¿qué grita el hombre? ¿qué canta el hombre cuando calla? No me digáis que brama el hombre o es alarido el manantial que libera su contienda). Un frío intenso cruza los rostros, como un nombre que nunca pudiera olvidarse, pero hay residuos de ternura -hagamos permanente llamada al optimismo- que crecen y espejos que reflejan la belleza. Hay paisajes en los que la soledad es compañía y su sosiego invita a alzar la voz y a arroparse en el esplendor de la sonrisa.
¡Paz! ¡paz!, entonan los ángeles que huyen como soplos, como secretos testigos del alma de los pueblos. Mas no hay que temer alaridos, cánticos o voces, (¿quién habla de asustarse?) porque hay niños que acunan sus muñecas con suspiros y crean mundos, (rompamos la rigidez de los dilemas) mientras fingen o sienten en invierno, primavera.
¡Felices y pacíficas Pascuas a todas las personas de buena voluntad, con especial cariño a las que leéis este blog. ¡Felices Pascuas!

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