miércoles, 7 de diciembre de 2005

LA CONSTITUCIÓN


La Constitución es algo tan aséptico que se define (RAE) como la Ley fundamental de un Estado que define el régimen básico de los derechos y libertades de los ciudadanos y los poderes e instituciones de la organización política.
En una sociedad de personas educadas, libres e inteligentes me parece un contrasentido que se esté utilizando el concepto de Constitución como cachiporra sentimental para mandoblear a diestra y siniestra. La Constitución es algo más serio, más relevante, más objetivo y más racional que un sentimiento. Reducir la Constitución a una emoción –a favor o en contra- es sembrar la semilla de la cizaña. Tan poco hacen estas posiciones por su defensa como las actitudes de aquellos que no quieren verla porque el árbol de su intransigencia y de su interés les impide ver el bosque de la solidaridad y la convivencia de un pueblo rico y diverso como es España.
Estos día en los que en todas partes se hacen homenajes, recuerdos, loas y celebraciones alrededor de la consensuada Constitución del 78, debiera tener todo el mundo la conciencia de que hay mucha formas con las que podemos aprender y enseñar maneras de abordar las diferencias y que la meta de nuestra Constitución no es otra que la de ayudar a crear una cultura cooperativa, una auténtica cultura de la tolerancia, la convivencia, la solidaridad y la justicia
Estos días de tanto mensaje cruzado, los que debieran dar ejemplo con sus actitudes y sus discursos debieran tener en cuenta que con sus actos y sus palabras no sólo pueden transmitir sentimientos, ideas o información, sino que también pueden cumplir la función social de “construir comunidad”.
Si la Constitución es la norma común que nos ampara, sería necesario que se superasen algunos determinismos de la razón, la conciencia, el libre albedrío, la imaginación, la educación, las fronteras o los ideales y se estableciesen acuerdos para vivir en paz, en vez de para pelear con el arma de la intransigencia y los dogmas. Las personas educadas, libres e inteligentes somos capaces de solucionar nuestros asuntos por otros medios que no son el garrotazo; pero tenemos que saber que la decisión está en cada uno de nosotros... y la responsabilidad también.
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