jueves, 23 de febrero de 2006

SINRAZONES


"Las pasiones y los caprichos de los deseos nos conducen a una vida sin sentido, nos colocan a la espera de que alguien o algo apague nuestra sed. Lejos de ser libres y poderosos, somos entonces esclavos y dependientes. Inteligente, en consecuencia, es el hombre libre, el que se gobierna y solo él, por lo tanto, puede gobernar a los demás. Es decir, educarlos y hacerlos inteligentes en ese autogobierno que produce verdadera libertad". Esto lo dijo Sócrates en la antigua Grecia, pero nos sirve perfectamente hoy ante tantas pasiones sin sentido y sin libertad como nos muestran quienes gobiernan o quienes quieren gobernar el mundo. Que una caricatura sea capaz de enardecer una civilización de singulares principios tiene su ¡ay!, como también lo tiene el hecho de que la causa desencadenante de una guerra sea la imaginación de la existencia de armas de destrucción masiva. La razón de la sinrazón.
Quizá esta sinrazón sea propia del mundo contradictorio en el que vivimos y en el que la teoría de lo que se afirma no tiene su reflejo en la realidad. Por ejemplo: hablamos de la sociedad de la información, pero, según la ONU, el 60 por ciento de la población mundial no ha hecho nunca ni siquiera una llamada telefónica; dicen que vivimos en la globalización, pero los nacionalismos restringidos tienen cada día más fuerza; la economía mundial ha progresado en la última década, pero las diferencias entre naciones y entre personas dentro de cada nación han aumentado dramáticamente; cada día estamos más informados, pero cada día nos resulta más difícil separar la información trivial de la importante; al parecer, estamos cada vez más conectados, pero resulta también que cada día estamos más solos; defendemos nuestra intimidad fervorosamente, pero vivimos en red; somos en la práctica insolidarios, pero hemos organizado una sociedad donde el Estado ha creado una red de solidaridad con los impuestos de todos; ven más la televisión las sociedades que menos leen, y la brecha cultural se hace cada vez más grande.
No sé si esto tiene remedio. No sé si la sinrazón nos ciega. No sé si los que gobiernan el mundo quieren que seamos así para esclavizarnos mejor. Quizá la semana que viene leo a Diógenes y busco el hombre libre por las plazas públicas con la ayuda de un candil.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Todavía tenías que ser un pco m´s duro. Eres de los poco que trabaja la ironía cuando escribe, pero esa queda sólo para lectores inteligentes, que espero que abunden.
Un "cascotillo"

Anónimo dijo...

La sinrazon, hoy día, la pone la "pasta", no te equivoques.
Álvaro