viernes, 16 de diciembre de 2005

TIEMPO DE REGALOS

Estos tiempos que coinciden con el final de año, con la fiestas de Navidad nos llaman a la reflexión y a la celebración, pero también es cuando hay costumbre recordar, saludar, felicitar... y regalar.
Diferentes culturas comparten el pensamiento de que los regalos son una parte importante de nuestra experiencia humana. Desde un punto de vista antropológico, podemos decir que regalar es un acto social que tiene el valor de "generar y mantener relaciones". Cada interacción con otra persona es un intercambio: la cuestión es diferenciar si el intercambio es egoísta o altruista.
Aquellas personas que realizan intercambios altruistas suman relaciones y expanden su universo... y el de los demás, dejando un mundo más interconectado, colaborativo y generoso del que encontraron. Por el contrario, aquellas que sólo regalan sirviendo a sus intereses, "extraen" sus beneficios de los demás... produciendo escasez.
Para aprender a regalar, primero debemos modificar un paradigma que tenemos muy arraigado: regalar es comprar. Definitivamente, hace falta un proceso de adquisición para obtener un presente. Pero regalar es más que comprar... es comunicar. Preguntarnos ¿qué puedo regalar? es preguntarnos ¿qué quiero decir? y - a la vez- ¿qué quisiera "escuchar" de mí la otra persona?
Regalar no es hacer una compra, sino hacer un esfuerzo... Recuerdo una historieta a acerca de una maestra que trabajaba en un pequeño pueblo de una isla. En una playa - bastante alejada del pueblo- se encontraban enormes caracolas de preciosos colores. Un día, un alumno le regaló una de esas caracolas. La maestra estaba emocionada, pero preocupada le dijo a su alumno que no debería haberse alejado tanto del pueblo. A lo que el estudiante replicó "Pero maestra, mi caminata era parte del regalo".
Cuando regalemos o cuando nos regalen debemos tener en cuenta que es el gesto, la acción, y no el objeto, lo que importa. Lo más importante es el esfuerzo que realizamos al darle algo a alguien. Dicho con otras palabras, el regalo no es el precio sino lo que de nosotros hay en él. Lo determinante en el acto de regalar no es el dinero gastado, el tamaño, el envoltorio, ni la marca. Mucho más importante es la sensibilidad que invertimos. El valor es el significado que damos a algo y no su costo. Y ese significado se encuentra en nuestro corazón, en nuestra alma... y no en nuestro bolsillo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo que quiere escuchar de mi otra persona; lo que se dice escuchar, escuchar, tambien tiene otras acepciones, pero eso lo sabemos muy pocas personas.
Escuchando se han pasado muy buenos ratos

Anónimo dijo...

Llevas más razón que un santo.
Me gustaría que leyera esta columna todo el que va a recibir regalos estos días. ¡Los vería con otros ojos!
El esfuerzo diario de atender a los demás y mimar la convivencia que hacen algunas personas debería ser más valorado e imitado.
¡gracias por presentarnos un aspecto nuevo de las cosas cotidianas! ¡en eso eres un maestro!