viernes, 29 de junio de 2007

Educación para la ciudadanía y "el mal"

Puedo estar de acuerdo con algo o no estarlo hasta donde la razón me asista. Lo que me parece muy fuerte, por irracional y dogmático, es la afirmación anatemática que ha formulado el señor Cañizares, arzobispo de Toledo, de que quien sostenga opinión favorable sobre la muy terrenal asignatura de Educación para la ciudadanía está inmerso en el colaboracionismo con “el mal”, ni más ni menos. Así que educar ciudadanos en el contexto de su tiempo y crear una sociedad en la que el respeto impere es tener relación con el maligno. ¡Apañados vamos con estos pastores que confunden ciudadanos con fieles!
Creo que vivimos en un estado aconfesional en el que ninguna Iglesia debería tener derecho a manipular o chantajear a un Gobierno según le convenga. Es más, soy, por racionalista y respetuoso con todas las creencias, un poco afrancesado, y considero que no se debiera mostrar trato de favor con ninguna institución cuya labor no esté relacionada con la existencia en la tierra de los humanos.

El campo conceptual de las iglesias es el de la trascendencia y eso no es ni regulable ni subvencionable, y, desde luego, lo que me parece extravagante es una iglesia metida en política, aunque en España la tradición de acompañar dictadores bajo palio parece que ha echado raíces en algunos corazones.

Cualquier iglesia está por encima del Estado en lo que se refiere a sus dogmas, eso no es discutible, pero ahí no entra el Estado; sin embargo éstas como instituciones sociales y con bienes terrenales nunca se deben imponer sobre la sociedad y menos exacerbando sentimientos irracionales y sacando a pasear al diablo. Nada tiene que ver “educar ciudadanos” –obligación del conjunto de la sociedad- con educar en una determinada religión a personas específicas que viven en esa creencia –responsabilidad de la institución religiosa-.
Las personas que militamos en la razón, si queremos distinguirnos de los fanáticos, no podemos comportarnos como ellos. Si queremos distinguirnos de los intolerantes, no podemos ser intolerantes con ellos. No creo que para ser buena persona haya que llevar al diablo sobre la chepa.
En esto de la Educación para la ciudadanía creo que hay que actuar desde la razón, sin que sea la pasión la que nos ciegue. Lo que echo en falta es que las instancias del Estado, en todos sus ámbitos: el central y el autonómico, no expliquen convenientemente esta asignatura y dejen el mensaje en la parte más intolerante y dogmática. Solo así se entiende que los demagogos, subidos en el pedestal, anden frotándose las manos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Pues, venga, cuénteselo a Valverde, ahora que tendrá usted un poquito más de "mano". Como estoy de acuerdo con usted, de paso pregúntele por qué nos plegamos al Cardenal siempre, y este curso, p.ej., no damos ya la EPC, como asignatura que los representantes del pueblo soberano han decidido que se imparta.
Y cómo nuestros representantes autonómicos asisten a actos en los que este señor ( o "mon") nos insulta, ningunea y condena al fuego eterno, sin que se oiga una sola voz que le conteste (aunque sea en los términos racionales que usted indica).