Hay situaciones sobre las que actuar positivamente para seguir adelante con libertad y sin ataduras. Los problemas hay que agarrarlos, como a los toros, por los cuernos.
Os voy a contar un cuentecillo de los que en este blog nos gustan tanto para explicar cómo enfrentarnos a una dificultad.
Había una vez un Gran Maestro que tenía que elegir a una persona decidida e inteligente que pudiera trabajar a su lado y tomar decisiones racionales, precisas y efectivas sin perder mucho tiempo en darle vueltas a los asuntos.
El Gran Maestro, el sabio maestro, el tranquilo maestro reunió a todos los discípulos para escoger a quien tendría la honra de trabajar directamente con él.
Voy a presentarles un problema, les dijo, y aquel que lo resuelva primero, será el que alcance el favor de trabajar conmigo.
Tras estas palabras, el maestro colocó un taburete en el centro de la sala y, sobre él, un florero de finísima porcelana china de gran valor, con una hermosa rosa roja en su interior.
Había una vez un Gran Maestro que tenía que elegir a una persona decidida e inteligente que pudiera trabajar a su lado y tomar decisiones racionales, precisas y efectivas sin perder mucho tiempo en darle vueltas a los asuntos.
El Gran Maestro, el sabio maestro, el tranquilo maestro reunió a todos los discípulos para escoger a quien tendría la honra de trabajar directamente con él.
Voy a presentarles un problema, les dijo, y aquel que lo resuelva primero, será el que alcance el favor de trabajar conmigo.
Tras estas palabras, el maestro colocó un taburete en el centro de la sala y, sobre él, un florero de finísima porcelana china de gran valor, con una hermosa rosa roja en su interior.
- Este es el problema, dijo el Gran Maestro, mientras señalaba con su mano el rico jarrón con la flor roja.
Los discípulos contemplaron perplejos y extasiados lo que veían: el jarrón que era de una belleza extraordinaria, los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor, su belleza y olor... Pero... ¿Qué representaba todo aquello? ¿Qué hacer? ¿Dónde residía el problema? ¿Cuál sería el enigma? ¿Y su solución?
Después de algunos minutos, no muchos, cinco a lo sumo, de ver y reflexionar, uno de los discípulos se levantó, miró al Maestro, miró luego a sus colegas y, caminando lentamente se acercó al florero, lo empujó con su mano hasta que flor y florero rodaron por el suelo rompiéndose en mil pedazos. Miró los trozos de cerámica y la flor que había perdido algunas hojas y su primigenia hermosura. Luego con una sonrisa se volvió al Gran Maestro.
- Usted es el nuevo compañero que va a trabajar responsablemente conmigo -dijo el Gran Maestro con su voz suave adornada con una sonrisa beatífica.
Después de algunos minutos, no muchos, cinco a lo sumo, de ver y reflexionar, uno de los discípulos se levantó, miró al Maestro, miró luego a sus colegas y, caminando lentamente se acercó al florero, lo empujó con su mano hasta que flor y florero rodaron por el suelo rompiéndose en mil pedazos. Miró los trozos de cerámica y la flor que había perdido algunas hojas y su primigenia hermosura. Luego con una sonrisa se volvió al Gran Maestro.
- Usted es el nuevo compañero que va a trabajar responsablemente conmigo -dijo el Gran Maestro con su voz suave adornada con una sonrisa beatífica.
Al volver el alumno a su lugar, el Gran Maestro explicó la causa de su rápida decisión.
- Yo fui bien claro, dije que ustedes estaban delante de un problema. Y "un problema es un problema", aunque tome la forma de un florero de porcelana muy rico y muy hermoso, o de un amor simbolizado en la flor que ya no tiene sentido, ¡porque es un problema!, o un camino que precisa ser abandonado, pero que insistimos en recorrerlo porque nos trae confort o simple rutina. Por eso, quien tomo la decisión de destruir el problema, aunque rompiera algo que se podía considerar de valor objetivo, es quien supo tomar con prontitud la buena solución.
Eso deberíamos hacer siempre, buscar soluciones aunque nos duelan. La indecisión lo único que hace es dejar que la flor se pudra dentro del jarrón y que nosotros estemos ahí para verlo.
5 comentarios:
Hola Antonio. El cuento de hoy me genera dudas.
No estoy convencido de que ante los problemas, algunos problemas, lo mejor sea rápidamente cortar por lo sano.
Esto me recuerda aquello del atestado del guardia civil y su duda ante como escribir correctamente la palabra "arcén".
Raudo, encontró la solución : dar una patada a la cabeza seccionada del cadaver y redactar "la cabeza en la cuneta".
Prefiero decidir después de una pausada reflexión.
Saludos afectuosos.
Otra perla de sabiduría... y deliciosa, al igual que las demás. En cuanto al comentario de Ernesto, discrepo; el cuento hace referencia a "la parálisis por el análisis", y al inmovilismo si ante un problema sólo vamos a reaccionar si la solución no es dolorosa.
Hay pues que meditar, por supuesto, pero no eternamente. En ingeniería, este tipo de problemas los tenemos cada día!
(y sino, que se lo digan a Mario!)
Como siempre, nos quedamos con ganas de más! Gracias!
muy agradable cuento, muchas veces nosotros ante los problemas q se presentan dejamos q esos problemas, sean mas problemas, en lugar de buscarle una solucion y reaccionar ante ellos.
MUY BUENO TU ARTICULO LO FELICITO
Al cuncluir con el texto nos encontramos con muchos jarrones que no son mas que problemas, gracias por esta reflexion maravillosa! Saludos..
Publicar un comentario