lunes, 16 de junio de 2008

ELEGÍA A ZITRO

Ya has querido descansar, Zitro, en tierra parda y no sobre la hierba, allí donde tú te estirabas de poste a poste para parar el universo que llegara frente a ti. Ya descansas, Zitro, donde habita el olvido. Y yo, aquí, respetando tu identidad, tu idiosincrasia, tu auténtica forma de ser protagonista, porque tú lo ocupabas todo con tu presencia, y no quise, por respeto, ni llevarme entre los dedos un ápice de tu propio protagonismo de portero que entrega al público su más extraordinaria palomita. Sé, Zitro, que no lo entenderán quienes están solo en la apariencia y quieren comerse las migajas de tu fama, pero a mi no me importa, porque sé que a ti tampoco. Tú ya descansas, tras años de mar en calma y la palabra en sombra, sabiendo que, a veces, la vida, no es nada más que la soledad entre los hombres, la soledad entre los valles, la soledad en el mar o en lo montes. Y tú, Zitro, ahí con tu memoria que ahondaba en la profunda sequía de la mirada, tú que fuiste tanto que todo lo anulabas, ahí entre las manos que van y vienen. Tú que diste tanto a quien quisiste, te arropas en la túnica olímpica. Tú que caminabas erguido como el león, siempre de frente, enhiesto surtidor que no dejaba briznas a tu paso, ya paces estrellas. Respeto tu ausencia como respeté la presencia, porque eras auténtico, Zitro; y frente a lo auténtico no es necesario que se compartan emociones, se saben y se viven en libertad, aunque no se compartan. Luego los días que no mereciste se alargaron y circulaban en tu pecho y sólo eran muestras de dolor entre tu llanto que nunca afloraba a los ojos. Zitro, pobre amigo. No sabías nada, ni llorabas nada, ni vivías nada, y sin embargo el empaque de Platko aun se podía ver reflejado en tu semblante, Zitro, oso pardo manchego. Yo nunca me río de la muerte. Simplemente sucede que no tengo miedo de morir entre pájaros y árboles, como tú, en el recuerdo del adelantado que fuiste en la vida de un pueblo con el alma anclada a los terrones. Zitro, te has ido como el que no quiere la cosa, dando una simple cabezada, sin más, como se fue el amor que más amaste, con el plato a medias. Creo, desde el respeto de verte y no verte, desde mi silencio, que no era desconsideración sino admiración no compartida, que, a veces, tenías sed y exprimías un poco la vida, con tu sombrero a lo ruso y tu ir y venir a tomar una cerveza a Puerto Lápice o a comer al bufé de Manzanares, donde podías pedir, como en la Expo de Sevilla, sidra a mansalva, no por comer, sino por epatar, como el que hace la gran parada del penalti en el último minuto, con una sonrisa. Estas palabras a trasmano son como la gran caricia que nunca te hice, porque nunca te abriste a la caricia de tanto mirar al cielo. Zitro, con mi voz te acompaño solitario, solitario. Y allí donde repose tu alma entre los trigos, sé que estarás como siempre, mirando de pie y de frente a los ojos de los dioses. Zitro siempre con respeto, tú lo sabes.

5 comentarios:

Mario Illán dijo...

Gracias!
Ha quedado muy bonito.
Un besote

Anónimo dijo...

Gracias por estas palabras, es una visión personal del Abuelo, pero que muchos compartimos. Me ha emocionado recordar en estas líneas, mi infancia con el Abuelo. Un saludo, Ramón Duro.

Anónimo dijo...

Un fuerte abrazo de nuevo familia... También para tí Ramón, que hace muchísimo que no se de tu vida. Espero que mi saludo pueda llenar un pedacito del vacio que os dejan las perdidas sufridas en los últimos meses. Lo dicho amigos,... un afectuoso saludo para los Illán Ortiz. Jorge Benito.

Anónimo dijo...

entre lágrimas por la emoción, gracias por tu recuerdo a mi padre. Marisa

Anónimo dijo...

Antonio, gracias por la dedicación de tu espacio a mi padre, ha sido muy especial y emotivo,has sacado de dentro tus sentimiento hacia él y de paso a toda la familia. Gracias, Lali.